¿Fue Chiara? ¿Fue Lola? Sí, fueron ellas y muchas más, y fundamentalmente fue el hartazgo de toda la sociedad que no quiere ver más mujeres asesinadas que aparecen enterradas o metidas en bolsas de basura. Mujeres, madres, desechos. En Argentina existe la Ley de Protección Integral a las Mujeres (Ley 26.485), sancionada en marzo de 2009. Desde entonces a hoy fueron asesinadas al menos 1.600 mujeres.
La ley está reglamentada pero no se aplica, no tiene presupuesto, es como si no existiera. Es uno de los reclamos que se escucharán esta tarde en el acto de #NiUnaMenos ante el Congreso y en más de cien ciudades de todo el país. La enorme convocatoria traspasó las fronteras y también habrá #NiUnaMenos en Santiago de Chile, Montevideo y Miami.
Las adhesiones son miles: los ministros de salud y educación, organizaciones no gubernamentales, escritores, deportistas, artistas, familiares de víctimas, famosos de todo tipo: desde Susana Giménez y Moria Casán hasta Silvio Rodríguez y las Abuelas de Plaza de Mayo. Es que es mucho más que un pedido de militantes feministas. El hashtag #NiUnaMenos es TredTopic desde el lunes. No habrá discursos hoy, sino la lectura de un documento, a cargo de Erica Rivas, Maitena y Juan Minujín.
“Cada 30 horas una mujer es asesinada en Argentina”, dice Ada Rico, directora del informe de Femicidios de la Casa del Encuentro, la asociación civil que tiene las únicas estadísticas que hay en el país, otra deuda de la ley 26.485, que habla de “analizar y difundir periódicamente los datos estadísticos y resultados de las investigaciones a fin de monitorear y adecuar las políticas públicas a través del Observatorio de la Violencia Contra las Mujeres”. De eso, nada. Sí sabemos por La Casa del Encuentro que desde 2008 a 2014 fueron asesinadas 1.808 mujeres y 2.196 niños y niñas se quedaron sin mamá. Esas estadísticas se hacen en base a publicaciones de los medios de comunicación, que a diario informan sobre los femicidios. Y más allá del estupor, es positivo.
Las historias dejaron de ser cuestiones privadas, son un problema social, y las muertes se llaman femicidios. A fines de 2012 se modificó el Código Penal para agravar la pena del homicidio de una mujer o persona trans cuando esté motivado por su condición de género. Y si bien el femicidio no es una figura penal, se lo considera un agravante y la pena siempre es prisión perpetua. #NiUnaMenos es el grito desesperado ante la aberración de las muertes, pero la violencia comienza mucho antes.
Sólo como ejemplo se puede ver el reciente Informe “Violencia contra la mujer” del Ministerio de Desarrollo Social porteño y el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género, con resultados abrumadores: dos de cada diez porteñas dicen ser golpeadas por sus parejas y seis de cada diez aseguran que son maltratadas a diario, también por sus parejas.
Mujeres de todos los barrios, de distintas realidades económicas y sociales. Nueve de cada diez callan. Aún así, la Fiscalía de la Ciudad asistió a más de 50 víctimas de violencia doméstica por día entre enero y abril de este año: 4.467 víctimas. En la ciudad el año pasado hubo 10 femicidios, lejos de los 91 de la provincia de Buenos Aires. Otro punto de la ley 26.485: “La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres”. No parece mucho, pero es todo. El germen está allí.