"Ariel ‘Babá’ Rosendo y sus siete encubridores". Por Ricardo André Bazla

La impunidad no es novedad en nuestra sufrida Saán Luis. Ahora el Senado provincial, que no es más que la expresión institucional del Consejo Provincial del PJ de los Rodríguez Saá, salvo la honrosa excepción del senador Sergio Guardia, del departamento Junín, impuso su mayoría y rechazó el desafuero del senador por Pedernera, Ariel Rosendo, quien no hace mucho llegó a la provincia de la mano de la reactivación de CRAFMSA y luego Adolfo y Alberto Rodríguez Saá ungieron como su representante en el innecesario senado provincial.

Rosendo está acusado de delitos contra la madre de su hija y de delitos contra la propiedad. Su propio gremio, que algunas veces hizo aportes a las campañas de los hermanos del poder, terminó echándolo de las filas sindicales. Rosendo ya no le sirve a los hermanos, ni al gobierno y tampoco al gremio que lo trajo a Villa Mercedes. Tampoco le sirve al pueblo del departamento Pedernera. A priori, tampoco le serviría a la sociedad, si no se resocializa de las acusaciones que contra él pesan, que de quedar definitivamente probadas, demostrarían su grado de desapego a la ley, a la moral y a las buenas costumbres, en el buen sentido de estas últimas.

Para su “resocialización” un juez penal había pedido su desafuero, pero “Babá” Rosendo tuvo la buena fortuna de encontrarse con siete senadores provinciales encubridores, todos al servicio del régimen provincial, en dónde si son más de cuarenta. Ni siquiera las tres mujeres de ese cuerpo, defendieron a su propio género frente a las acusaciones que pesan por el maltrato que habría sufrido la conviviente del legislador, quién ya perdió toda credibilidad, aun cuando tenga la desvergüenza de volver a sentarse en la banca que él debe honrar y no que el estrado lo honre a él.

El persa, Alí Babá no era un mal tipo. El malo era su hermano Kassim, quien terminó su vida devorado por la avaricia. Desconozco si Ariel Rosendo es buen o mal tipo, pero si conozco que las acusaciones que pesan contra él no son las que recibiría un buen padre de familia. Sus antecedentes no son el mejor ejemplo para ser Senador Provincial. Salvo, que los siete colegas que lo protegieron (excepto Guardia), y quién dio la orden de protección, tengan sus mismas convicciones. En cuyo caso, más que a Alí Babá se asemejaría más a Kassim Babá. A uno lo desbordó la avaricia, al otro lo desbordaría la violencia.

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