El financista Clarens confesó coimas de empresarios y bolsos para los Kirchner

Pasaron apenas treinta y siete días del conocimiento público sobre la investigación de los cuadernos K. Es un récord de de recolección de pruebas y aprobación de diecinueve declaraciones como imputados arrepentidos en un caso de corrupción incomparable con otros por sus dimensiones conocidas y aun sin conocer.

En ese tiempo, breve y también inédito para las cronologías judiciales de la Argentina, el juez que instruye el expediente, Claudio Bonadio, logró lo inimaginable incluso para una autoridad del Poder Judicial con su experiencia. Hace pocas horas, el magistrado cerró un nuevo círculo en esta trama espectacular. Homologó el acuerdo que determina que el financista identificado con los Kirchner, Ernesto Clarens, es considerado de modo oficial como “arrepentido”. El acuerdo había sido iniciado por el fiscal Carlos Stornelli y su colaborador en esta mega-pesquisa, Carlos Rivolo.

La causa cuadernos termina así una de sus etapas cruciales. Bonadio ya reconstruyó, con documentación y testimonios de testigos e imputados, cruce de llamados, intervención de teléfonos y otras variables de ese estilo, el circuito de lo que las anotaciones del chofer arrepentido Oscar Centeno. Para Bonadio, hay semiplenas pruebas que dan a conocer que develan de dónde salían millones de dólares de la corrupción K. Lo detectó gracias a una investigación policial secreta. A testigos presenciales de esos hechos. A arrepentidos – entre los que se encuentran que admitieron que pagaban sobornos para hacer negocios con el Gobierno K. A ex funcionarios nacionales de esas tres gestiones, que se revelan voraces con el dinero ilegal: relataron que por orden de los Kirchner apretaban y pedían millones a quienes querían hacer negocios con el Estado. Ese círculo se terminó de cerrar este jueves con la homologación que firmó Bonadio respecto del arrepentimiento de Clarens.

Según fuentes y protagonistas del caso, Clarens le confesó a la Justicia que él cobraba coimas de los empresarios de la construcción, que hacía esas labores de financista con ese dinero, y que era el secretario privado de los Kirchner, Daniel Muñoz, ya fallecido, el que pasaba a buscar por su oficina a retirar bolsos para dárselos a los Kirchner.

No solo Centeno y su jefe Roberto Baratta hacían tours alucinantes por Buenos Aires juntando valijas y bolsos con millones de dólares en lugares escondidos en los que se encontraban con empresarios.

Clarens habría confesado que cumplió esos trabajos, que deberá probar como veraces si llegase la causa cuadernos a juicio oral para evitar la cárcel, porque así se lo indicaron el ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Wagner; y por instrucción del ex súper ministro de Vido.

Bonadio ya podría “dibujar” un redondel de la plata negra K.

Se encontrón a quienes la pedían, a quienes la pagaban, a quienes la buscaban, a quién usaba sus conocimientos de “la city” para hacer “enjuagues” financieros con la plata; y a quienes la recibían.

A ese círculo le falta un cierre sobre el que hay pistas muy firmes.

Se lo podría comparar con un dardo final que pega en una diana. Ese lanzamiento preciso debería dar en un punto o varios, con puntería: los escondites en los que se guardó o de invirtieron esos millones.

Bonadio está en posición de lanzamiento. Es instructor de tiro. Tiene puntería.

DEJA TU COMENTARIO