Confirman que efectivos de la policía venden droga y el gobierno mantiene silencio

Lo aseguró Anabella Amaya la joven que denunció torturas por parte de un efectivo de la fuerza, "empezó con la droga a través de un compañero”, que “se la daba y él la vendía a los mismos chicos del pueblo”, denunció. Tras el escándalo el Gobierno mantiene silencio.

Lo que contó la mujer de 20 años que fue salvajemente golpeada por Jonathan Amaya, hijo de un excomisario y sobrino de una actual autoridad policial, adquiere una gravedad que las autoridades encabezadas por Alberto Rodríguez Saá parecen querer tapar con el silencio.

"Sabían los problemas que venía pasando, por el alcohol y las drogas. De un principio necesitaba apoyo de la Policía y nunca llegó. Acá en Tilisarao convivíamos y a las 11 lo iban a buscar con el móvil, iba a trabajar borracho", contó Anabella días atrás.

La víctima además manifestó que el policía “empezó con la droga a través de un compañero”, que “se la daba y él la vendía a los mismos chicos del pueblo”. Dijo que “consumía marihuana y cocaína”. Pese a semejante denuncia las autoridades, policiales y gubernamentales miran para otro lado al tiempo que la droga gana espacios en distintos ámbitos de la provincia.

 

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