El agua de Colonia es hoy algo muy común y se suele utilizar de forma genérica como término que engloba o denomina todo tipo de colonias frescas. Sin embargo, tras el agua de Colonia hay una historia de lo más curioso e interesante en la que se mezclan ingredientes como el misterio, la brujería, la superstición y la moda. Y es que el agua de Colonia fue el primer perfume patentado y uno de los más antiguos, permaneciendo abierta aún en Colonia la fábrica en la que se preparaba. En la actualidad es la fábrica de perfumes en activo más antigua de todo el mundo y en ella se localiza el Museo del Perfume.
Aqua Admirable, la medicina que acabó siendo un perfume
Y es que el agua de Colonia tuvo un origen de lo más curioso. Su primer creador fue un boticario italiano, Gian Paolo Feminis (1660-1736), quien, buscando un agua medicinal, termino por crear un perfume de olor muy agradable y fresco que permanecía durante largo tiempo en la piel.
Feminis, que había emigrado desde Italia a Colonia, creó este brebaje mezclando romero, flores de lavanda, flores de naranjo y limón y bergamota y comenzó a comercializarlo consiguiendo que fuese reconocido como medicamento por la Facultad de Medicina de Colonia en el año 1727. Feminis murió en la pobreza y dejó la fórmula de su Aqua Admirable o Mirabilis, nombre con la que bautizó su creación, a su amigo y compatriota Juan María Farina (1685-1766).
El misterio del Agua de Colonia
Farina también trabajaba en Italia en la creación de perfumes de manera más científica y aplicando todos sus conocimientos sobre la destilación de líquidos, fabricacion de esencias y maceración de ingredientes para la elaboración de perfumes. Con la fórmula original de Feminis en su poder, Farina se dedicó a mejorarla y a investigar en el desarrollo de un perfume más sutil.
En plena labor de creación Farina se dio cuenta de que sus trabajos de laboratorio despertaban todo tipo de suspicacias y, ante el peligro de ser denunciado por brujería, decidió trasladarse a Colonia y patentar allí el perfume que había creado. Jean Marie Farina había puesto las bases de lo que sería el comienzo de la perfumería moderna.
Agua de Colonia, el perfume que recrea un amanecer
Farina mezcló cedro, pomelo, lima y una serie de hierbas secretas con los ingredientes originales creando un nuevo y sugerente perfume que despertaba los sentidos y recordaba un amanecer en Italia o el aroma del azahar tras la lluvia. Lo bautizó como Agua de Colonia procediendo a patentarlo en esa ciudad. Su aroma y su forma de fabricación revolucionaron el mundo de la perfumería, hasta entonces mucho más artesana, tradicional y basada en esencias concentradas. Farina en cambio utilizaba como base alcohol puro destilado en el que disolvía las esencias y mezclaba aromas.
El frasco del tulipán rojo
La fragancia se comercializó en un frasco decorado con un tulipán rojo desde mediados del siglo XVIII y Farian la patentó por segunda vez en el año 1806, esta vez en París. En ese momento, el Agua de Colonia de Jean Marie Farina era ya uno de los perfumes más deseados por las clases altas y las celebridades del momento.
Tal fue su éxito que Farina incluso creó un modelo de frasco de perfume exclusivo para uno de su más famoso cliente, el mismísimo Napoléon Bonaparte. Para él se diseño un frasco de colonia de forma cilíndrica para que la pudiese llevar cómodamente mientras montaba a caballo. Y es que en aquella época era importante contar con un buen perfume que disimulase la poca higiene y malos olores habituales en todas las clases sociales y hogares. El Agua de Colonia tuvo éxito por su frescura y durabilidad frente a los aromas intensos de otros perfumes.
Su composición exacta sigue siendo un misterio y hoy en día puede admirarse el laboratorio y los utensilios de fabricación usados por Farina en el Museo del Perfume de la ciudad alemana de Colonia. El Museo también alberga una colección de documentación, de fotografías, de frascos originales de Agua de Colonia, así como las falsificaciones y plagios que se fueron realizando a lo largo de los años.