Se encuentra en Holanda, se llama Hogeweyk y alberga a 152 personas con un grado avanzado de demencia senil que viven con autonomía. Los implementos médicos son invisibles en las casas y las instalaciones, los profesionales de la salud no llevan guardapolvo. Tiene bar, restaurante, supermercado, teatro y parque para que los residentes hagan una vida normal y estimulante.
En Weesp, al sudeste de Amsterdam, hay una comunidad cerrada de 23 edificios decorados en cuatro estilos; tiene parques, un teatro, un paseo comercial, un supermercado, un bar y un restaurante. En ese lugar, una suerte de pequeño suburbio llamado Hogeweyk, viven 152 personas cuya exclusividad se debe a algo que comparten: todos tienen un grado avanzado de demencia senil, sea por Alzheimer o por otras enfermedades asociadas.
Hogeweyk es un geriátrico, pero nada lo revela. Los implementos médicos están en el depósito del supermercado, por ejemplo, o en las alacenas de los apartamentos. El barman que prepara los tragos es un barman de verdad, sólo que además tiene una especialidad secundaria en trato de ancianos enfermos. Los profesionales de la salud están en cada rincón de la institución, pero ninguno lleva guardapolvo.
Los pacientes siguen sus vidas tranquilas, apacibles, entretenidas, sin la violencia del entorno más frecuente en los hospicios, que les quita sus rutinas cotidianas.
Eloy van Hal —graduado de ciencias del consumo, que se dedica a productos e instituciones de la salud desde 1997— tuvo una idea: dejar de confundir a la gente que ya está confundida. Eso, esperaba, mejoraría el resultado de sus tratamientos.
Y lo hizo. En 1993, cuando Hogeweyk era todavía un asilo, el 50% de los pacientes recibía medicación antipsicótica; en 2015, sólo el 8%, según informó The Economist. Los habitantes de la nueva villa, que se puso en marcha en 2008 con conceptos de arquitectura y urbanismo que apuntaban a reproducir la vida del holandés medio, le dieron 9,1 puntos sobre 10 en una encuesta de 2010, mientras el promedio del país era de 7,5 puntos.
Hoy uno de cada tres adultos mayores llega al final de su vida con Alzheimer u otra forma de demencia senil. Cada vez más mueren de eso: mientras desde 2000 las fatalidades por enfermedad cardíaca se redujeron en un 14%, las debidas a estos trastornos aumentaron en un 89 por ciento.
Y en el mundo unos 50 millones de personas padecen demencia, la cifra que aumenta en cerca de 10 millones cada año. En ese contexto, el razonamiento original del administrador de Hogeweyk cobrará más importancia con el paso del tiempo: "Todos estos residentes necesitan tratamiento médico, sí. Todos toman medicación. Todos tienen un grado avanzado de demencia. Pero primero son una persona", dijo a Business Insider. Aquí viven personas con demencia, no dementes".
Val Hal comenzó el proyecto pensando en qué clase de institución querría él para sus padres, y para sí mismo. Su equipo llegó rápidamente a una conclusión: una que se pareciera a la normalidad, todo lo posible dadas las circunstancias. Para eso el eje debía ser el bienestar del paciente, no la comodidad del trabajo del staff médico.
"Cuando uno camina por una ciudad no ve un médico en la calle, ni una enfermera en plena atención del vecino", dijo a The Times. "Así que ¿por qué tendríamos que verlos aquí? Los geriátricos tradicionales causan miedo, estrés y nerviosismo. La gente está en un ambiente que no reconoce, con estímulos negativos y sin el contexto social que han tenido durante todas sus vidas".
Un equipo de arquitectos diseñó el complejo de 23 casas en cuatro diferentes "estilos de vida": cosmopolita, amante de la naturaleza, de lujo y holandés tradicional. "La gente tiene que elegir", enfatizó el administrador a Business Insider. "Hogeweyk le da una enorme importancia a la elección expresa".