Mientras el Intendente Tamayo llora porque la prensa le dice "cosas feas" y el Gobierno provincial no se ocupa del Medio Ambiente los desechos cloacales se vierten al Rio Seco, o Río San Luis. A escasos metros niños y niñas ingresan el espejo de agua para apaciguar las altas temperaturas.
En el "otro país" de los Rodríguez Saá todo es posible. Al tiempo que el mundo busca extremar los cuidados sanitarios a fin de prevenir cualquier amenaza vinculada a los hábitos de higiene, en la ciudad de San Luis los desechos cloacales se tiran al Río San Luis, conocido comúnmente como Río Seco.
En las inmediaciones del Faro de la Sabiduría, una tapa de registro de las cloacas colapsa sistemáticamente y los desechos fluyen libremente hacia el río. A pocos metros los vecinos que se acercan para bañarse en el afluente desconocen la grave contaminación a la que son sometidos por la desidia de las autoridades comunales y provinciales.
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