Medios de noticias informan que la NASA está planeando visitar un asteroide compuesto de oro y otros metales preciosos. A los precios actuales, los minerales en el asteroide 16 Psique valdrían US$700 trillones: suficiente para que cada persona en el planeta obtenga US$93.000 millones.
Es probable que Psique 16 y otros asteroides sean explotados para sacar sus metales; pero una vez esos metales empiecen a llegar al mercado en grandes cantidades, es poco probable que sigan siendo valiosos por mucho tiempo.
Como sabe cualquier estudiante de introducción a la economía, los precios van en función de la escasez relativa: si se inunda el mercado de oro, dejará de ser una rareza y se convertirá en decoración común. La oferta sube, el precio baja. Ahora bien, en realidad hay una razón más fuerte para que un asteroide gigante de oro no haga al mundo fabulosamente rico: la riqueza no proviene de gigantescos trozos de metal, sino de la capacidad de crear cosas que satisfagan los deseos humanos.
Una fábrica de acero representa riqueza real, porque puede utilizarse para crear partes de carros, edificios, etcétera. Una casa también, porque se puede vivir en ella o rentarla. Las habilidades y el conocimiento en su cabeza también son una forma de riqueza, aunque no se cuenten en las estadísticas oficiales. Incluso un sándwich es riqueza, a menos que se dañe. Sin embargo, un asteroide gigante lleno de oro añade poco a la riqueza real. El metal tendría varias aplicaciones industriales y crearía hermosa joyería y rellenos dentales, pero no lanzaría una nueva revolución industrial, ni reduciría dramáticamente el costo de los bienes y los servicios, ni haría mucho mejor o más cómoda la vida de los seres humanos en general.
El oro no solo alcanza precios altos por ser raro; muchas cosas raras tienen poco o ningún valor de mercado. Es porque es raro en relación con la demanda de las personas. En vista de que el asteroide de oro no incrementaría la demanda total de oro en el mundo, no hay forma en que pueda crear billones de dólares de nueva riqueza real.
Cerca de 1.500, España conquistó Centroamérica y Sudamérica y descubrió grandes depósitos de oro y plata. Luego envió los metales a Europa y los usó para pagar los gastos del gobierno (principalmente guerras). Dado que el oro y la plata eran usados como moneda en aquel tiempo, una caída en el valor del oro y la plata implicaba una caída en el valor del dinero; en otras palabras, inflación. El oro ya no se usa como dinero, y el valor del dinero moderno tampoco está vinculado al valor del oro ni de ningún otro metal. Por tanto, la llegada de un asteroide gigante de oro no causaría que los precios subieran; en cambio, simplemente haría que los precios del oro cayeran casi a cero.
Entonces, un asteroide gigante no nos haría millonarios. Ahora bien, cualquier compañía de minería espacial que lograra reclamar la roca probablemente haría una fortuna enorme para sí misma. Tendría que seguir las directrices de la compañía de diamantes De Beers.
Los diamantes solían ser extremadamente raros, hasta que se descubrieron grandes depósitos en el siglo XIX en Sudáfrica. El empresario y funcionario británico del gobierno colonial Cecil Rhodes consolidó toda la minería sudafricana bajo la compañía De Beers, un monopolio en efecto que luego fue controlado por la familia Oppenheimer. Con los años, De Beers logró defender su monopolio contra varios desafiantes, acaparando los diamantes cuando los precios estaban bajos e inundando el mercado para destruir a la competencia. Un monopolio permite a una compañía limitar la oferta para mantener altos los precios. Pero De Beers necesitaba más que eso para evitar que los diamantes se convirtieran eventualmente en una materia prima, así que recurrió al mercado y lanzó una de las campañas de publicidad más efectivas de la historia con el eslogan "A Diamond Is Forever" (Un diamante es para siempre). Esto convenció a las parejas del mundo de que los anillos con diamantes eran un símbolo indispensable del compromiso marital. Ese simbolismo representa valor real. Los propietarios de un asteroide de oro podrían intentar una maniobra similar, lanzando campañas publicitarias para que las personas empiecen a usar el oro de otras formas: materiales de construcción, tal vez, o ropa.
Este ejemplo demuestra que la verdadera riqueza no proviene de las reservas de oro. Proviene de las actividades productivas de los seres humanos que crean cosas deseadas por otros seres humanos. La fabulosa fortuna de De Beers, en últimas, no se basa en su control sobre un cierto tipo de roca brillante, sino de su capacidad de convencer al mundo de que esta roca brillante puede usarse para comunicar amor y devoción. Si quiere hacerse rico, no piense en formas de controlar recursos escasos. Piense en cómo usar los recursos de forma innovadora para que la gente realmente los quiera o los necesite.
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