México entró por la puerta del teatro Dolby, se subió al escenario en el primer minuto y ya no se bajó. Ha habido muchos momentos de reconocimiento de los latinos en los últimos años, detalles, premios para directores, canciones.
Pero nada como lo que se vio este domingo. Eiza González y Eugenio Derbez salieron a presentar; la canción Recuérdame fue interpretada por los cantantes Miguel, Natalia Lafourcade y el actor Gael García Bernal sobre el escenario. La estatuilla fue para esa canción. El Oscar de largo de animación fue para Coco, la fábula mexicana, inapelablemente mexicana, que ha conquistado Estados Unidos. El director, Lee Unkrich, dijo sobre el escenario que es importante que “los niños puedan ver personajes que viven y hablan como ellos”. Por primera vez, no es un tópico.
Para dar perspectiva sobre la importancia del momento, allí estaba Rita Moreno, la primera latina que ganó un oscar (West Side Story, 1962). Moreno suele contar como tenía que forzar su acento y como, por su tono de piel, fue condenada en su carrera a ser la actriz étnica de turno, cualquiera que fuera esa etnia. Minutos antes de empezar la ceremonia, las actrices Eiza González y Gina Rodríguez se hacían una foto con Moreno en el lobby del teatro Dolby. Sobre el escenario, recibió una ovación en pie. Hollywood ya había descubierto a los directores mexicanos. Este fue el año en que abrazó a México, independientemente de lo que pasara con Guillermo del Toro.
Sobre el escenario se oyó “viva México” y también “viva Latinoamérica”. El primer Oscar de la historia para Chile llegó finalmente de la conmovedora Una mujer fantástica, una película fácil de ir a ver al cine en Los Ángeles, que ya es muchísimo en la categoría de Película de habla extranjera. Al escenario subieron los verdaderos padrinos del cine chileno actual, Pablo Larraín y Juan de Dios Larraín, el director Sebastián Lelio y la extraordinaria Daniela Vega. La élite de Hollywood reconoció a Vega con una ovación especial cuando Lelio mencionó su nombre.
Lelio destacó ante la prensa que la historia sucede en un país “donde el Estado no reconoce la existencia de los transexuales”. “Espero que este premio y la amplificación que supone ayude a dar relevancia a un asunto que es urgente. Un transexual no es una persona de segunda clase”.
Es difícil recordar una edición de los Oscar en la que los premios a la mejor interpretación no tuvieran ninguna emoción. Ninguno de ellos. Los premios para Sam Rockwell (Tres anuncios en las afueras), Allison Janney (Yo, Tonya) en las categorías secundarias, y para Gary Oldman (El instante más oscuro) y Frances McDormand (Tres anuncios) en las principales, fueron prácticamente por aclamación, después de que los cuatro hubieran ganado todos los premios de la industria.