Las tropas iraquíes, que cuentan con el apoyo de las estadounidenses, están muy cerca de arrebatar al ISIS su último bastión en Irak, Mosul. Una victoria casi inminente que ha llevado al primer ministro iraquí, Haider al-Abadi, a felicitar a los soldados mientras arrancan a los militantes de los últimos barrios de la ciudad que controlan.
"Alabado sea Dios, hemos logrado liberar la ciudad y hemos demostrado que ellos estaban equivocados. El pueblo de Mosul apoyó y se mantuvo con nuestras fuerzas de seguridad contra el terrorismo", exclamó Abadi en una rueda de prensa en Bagdad el martes por la noche.
El primer ministro ha pronunciado estas palabras tres años después de que el líder del grupo terrorista, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamara el califato desde la mezquita de al-Nuri en Mosul. Fue allí donde hizo un llamamiento para que todo aquel que quisiera se uniera a las filas del recién autoproclamado Estado Islámico que iniciaría una guerra santa.
El principio de la caída del ISIS en Mosul empezó el 22 de junio, cuando voló por los aires la mezquita de más de 800 años de antigüedad. Fue un modo de mostrar que era consciente de que la ofensiva de sus enemigos le había tomado la delantera. Que en cuestión de semanas podría tener que escribir su final.
Desde el minarete inclinado de al-Habda su bandera ondeó a partir de 2014. Pero la semana pasada las tropas iraquíes consiguieron hacer una alegoría de su futura victoria al hacerse con las ruinas del lugar de culto.
Sin embargo, las altas dosis de violencia que se están viviendo en los últimos días del conflicto están repercutiendo de forma devastadora en la población de la zona, según ha alertado Médicos Sin Fronteras (MSF) en un comunicado.
Dos semanas atrás la organización humanitaria inauguró un hospital en el oeste de la ciudad. Y hasta la fecha ha atendido a más de 100 personas, entre los cuales figuran más de 25 niños, que han terminado heridas por ataques aéreos, ataques suicidas, bombarderos y disparos.
Aunque MSF teme que estas cifras solo retraten parte del sufrimiento que se respira en Mosul, ya que son muchas personas las que no han tenido la posibilidad de acceder a la asistencia médica y hay otras que han perdido la vida en el frente. "El nivel de sufrimiento que estamos presenciando es completamente inhumano", lamenta el coordinador de emergencias de MSF en el Oeste de Mosul, Jonathan Henry.
El primer ministro ha pronunciado estas palabras tres años después de que el líder del grupo terrorista, Abu Bakr al-Baghdadi, proclamara el califato desde la mezquita de al-Nuri en Mosul
Esta realidad, en la que el dolor se ha convertido en una constante, ha llevado a los habitantes de la ciudad a aprender a convivir con la supervivencia y la muerte, según explicaron pacientes a la organización humanitaria. "Mi nieta murió por inanición. También he tenido que enterrar a mi nieto. Ella murió de hambre y él recibió el impacto de un mortero. Los sepulté juntos en el jardín", les explicó una anciana.
La cercana liberación de Mosul y el actual debilitamiento que ISIS está sufriendo en la ciudad siria de Raqqa, son claves para que algún día el dolor que acecha a Siria y a Irak se marche. Pero no son garantías de seguridad. Hay analistas que temen que el grupo terrorista seguirá derramando sangre a base de asaltos y atentados suicidas.
Aunque es poco probable que lo que esté por venir llegue a asemejarse a lo que ahora vive Mosul. Como reconoció a AP un hombre, que pidió ser llamado Abu Abid por motivos de seguridad, al huir de la ciudad: "este lugar era la muerte absoluta. Nunca seremos los mismos. Una vez el temor ha sido plantado en tu corazón, no puedes deshacerte de él".