El Club Estudiantes está intervenido por el gobierno, pero sus categorías inferiores no tienen condiciones mínimas para entrenar. Ante la falta de luz, los padres, con sus autos, iluminan la práctica deportiva.
En el país ficticio de los hermanos Rodríguez Saá todo puede suceder, siempre que la pluma de Adolfo o Alberto así lo escriba. Años atrás gestionaron el arribo a la provincia de Carlos Ahumada, un personaje que gambeteó varias veces a la justicia, llegaba para instalarse en el fútbol local. Luego de denuncias cruzadas y acusaciones mutuas la dinastía rompió relaciones con el empresario e intervino el Club Estudiantes, la institución que Ahumada gerenciaba.
Con los pies en el club Alberto usó la propaganda oficial para mostrarse cerca de la gente y anunció obras como la remodelación del estadio con la puesta en marcha de una escuela generativa. Cuando los socios, deportistas y simpatizantes soñaron con un cambio absoluto en la administración del Club se encuentran con que los chicos de las categorías 08, 09, 10 y 11 no tiene un lugar cómodo y seguro para entrenar, y no sólo eso, tampoco iluminado ya que los padres, con las luces de los autos, iluminan la práctica.
La promoción del autodenominado "gobernador de los jóvenes" hacia el deporte queda evidentemente en las luces de las pantallas publicitarias, mientras tanto el futuro del deporte en la provincia está sumergido en la absoluta oscuridad.