Especulan si Trump podría "cobrarle" a Macri su apoyo a Clinton

Su triunfo puso en crisis el sistema político global, y esa crisis afectará a la Argentina, que apostaba a la apertura comercial y a la diplomacia multilateral, dos conceptos modernos que no figuran en el diccionario del presidente republicano.

Trump le ganó al matrimonio Clinton, a la familia Obama, a los medios más importantes de Estados Unidos, a las encuestadoras de Washington, a la clase media americana, a las minorías en ascenso, al establishment republicano y demócrata, a los banqueros de Wall Street, a las estrellas de Hollywood, a los magnates de Sillicon Valley, a la elite universitaria y al club de los líderes mundiales.

Hasta ahora, Buenos Aires y Washington tejían una relación bilateral que no soslayaba la participación del Mercosur. Es más, hace dos semanas, el ministro Francisco Cabrera se mostraba confiado en iniciar negociaciones para lograr un Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y el Mercosur. Macri, y obvio toda su administración, deberán reconsiderar la estrategia de inserción de la Argentina a través de la Casa Blanca.

El presidente electo no cree que la región sea un escenario clave para los intereses de Estados Unidos. Y si lo pensara, su prioridad será México, Venezuela y Colombia, en ese orden. Asimismo, Argentina apuesta a una economía de apertura, mientras que Trump se inclina por una agenda proteccionista para cumplir con las expectativas de sus votantes sin empleo, con escasa educación y xenófobos.

En los últimos siete meses, Argentina había construido una hoja de ruta muy ligada a la Casa Blanca. Y es probable que, al principio, la inercia política contribuya a evitar que esa agenda pierda ritmo y quede en el olvido. Pero sin Obama ni Clinton en el Salón Oval, todo se complicará respecto al comercio y al flujo de inversiones. Por eso, Macri tiene la tarea de encontrar una nueva táctica para establecer una relación formal con Trump. Ambos comparten un pasado de desencuentro, y el magnate americano se caracteriza por su personalidad explosiva y recelosa.

Trump debe conformar su gabinete, establecer una relación política con el Capitolio, recibir o visitar a los líderes mundiales, fijar su posición como presidente electo sobre ISIS, el Brexit, los refugiados, China, su agenda doméstica, Europa, Medio Oriente, la OMC, el funcionamiento de la ONU, la OTAN, el cambio climático, los refugiados y Francisco. Es decir: Trump tiene que explicitar en público y en privado cómo será el mundo según Trump.

A Trump le importa poco la Argentina, y se suma sus viejos asuntos con Macri. Y además, está el resto del planeta, que aún no sabe cómo tratar, educar, liderar, contener o enfrentar a un presidente que construyó su oportunidad política, venció a todos sus adversarios y cree que puede reconstruir la grandeza de los Estados Unidos.

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