Llegó el día de la final más impensada: River y Boca definen la gloria en Madrid

Se enfrentan este domingo a las 16:30 en el Santiago Bernabéu. El Millonario busca su cuarta estrella; el Xeneize la séptima. Ni Gallardo ni Barros Schelotto confirmaron los equipos. Habrá una ceremonia previa al estilo Champions League.

En el Santiago Bernabéu decidirá al campeón de la Copa Libertadores, en una histórica final entre River y Boca, un clásico argentino y sudamericano exportado a Madrid en una sucesión de lamentables sucesos, que se espera queden atrás cuando la pelota comience a rodar a 10.000 kilómetros de Buenos Aires.

Una final interminable, llena de obstáculos de todo tipo, hasta llegar a la capital de España y el estadio del Real Madrid por decisión de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL). Argentina cayó en vergüenza una vez más por los violentos del fútbol y el organismo sudamericano sacó la final del país y del continente en una sucesión de medidas sin precedentes.

El 10 de noviembre debía jugarse la ida en la Bombonera y al final fue un día después por lluvias torrenciales, con el 2-2 que mantiene en el aire el título en lo deportivo.

Dos semanas después, el sábado 24, se esperaba la vuelta en el Monumental, pero el ataque al autobús de Boca, gases lacrimógenos incluidos, terminó con dos jugadores de Boca en el hospital y el partido postergado.

El domingo llegó la suspensión definitiva, por la desigualdad deportiva dijeron en la Conmebol, con Boca pidiendo la descalificación de River. Un recurso que murió a 24 horas del desenlace del Bernabéu, con el TAS rechazando su petición, en el afán de ver a su vecino descalificado como ocurrió con Boca cuando el Panadero atacó a jugadores rivales con gas pimienta en 2015.

Tras reuniones y falta de acuerdo entre los equipos, la Conmebol pidió asilo en Madrid y el Bernabéu, feudo blanco que decidirá al sucesor de Gremio, campeón en 2017. La capital española se hizo cargo en tiempo récord de organizar la ‘Champions’ americana, con dos rivales históricos de la misma ciudad, con el peso de los dos escudos más grandes al otro lado del charco.

Madrid, con experiencia en grandes eventos pero con el desconocimiento de las aficiones y el antecedente violento, aceptó el reto en medio de un despliegue de seguridad sin precedentes. La preocupación es el ‘barrabrava’, aunque fuera de su entorno se espera se convierta en un hooligan bien controlado por la Policía y no esa facción que maneja y forma parte del sistema de su fútbol.

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