Así cerró el 2017 el Gobierno de los hermanos Rodríguez Saá, liquidaron los ahorros de la provincia y adquirieron deuda. Existe una sola razón y está está ligada a la necesidad de mantener el poder, el precio es el futuro de la provincia.
Desmanejo, discrecionalidad y la enfermedad por el poder dominaron las cuentas públicas durante el último ejercicio. De esta manera se explica como la provincia perdió todos sus ahorros y quedó con los número en rojos al registrar un déficit histórico de $ 846 millones. Los padres del modelo y de la administración equilibrada hipotecaron el futuro de todos con el fin de ganar una elección y a costa de resignar educación, salud, seguridad y obra pública.
Para poder entender el saqueo a las arcas de la provincia es necesario mostrar los números que el propio Ejecutivo generó en el último año, la provincia contó con recusrsos totales por $ 26.681.524.908 lo que representó un incremento interanual en orden del 29,94%. Números auspiciosos si se tiene en cuenta que superaron porcentualmente a la inflación que fue del 24,3% según estimó la Dirección Provincial de Estadísticas y Censos .
El caos llega con los gastos públicos, los mismos ascendieron a $ 27.527.261.176 lo que representa un crecimiento del 58,1% con relación al 2016. De esta forma el crecimiento de los gastos prácticamente duplicó al crecimiento de los recursos, lo que dejó un fuerte déficit fiscal de $ 845.736.268.
En ese sentido, sólo el 38,31% fue destinado a los gastos de capital o de inversión, cuando la ley exige que sea del 50%. Esto se explica de manera clara en la maniobra de los últimos cuatro meses del ejercicio cuando se perdieron más de $ 3.200 millones, coincidentemente con las elecciones y reparto discrecional de recursos. Es allí cuando Gisela Vartalitis de Rodríguez Saá, esposa de Adolfo, recibió $ 80 millones para su fundación.
Con este panorama la provincia aparece en el mapa de las peores administradas, con deudas y sin ahorros.