Algunas de las que ya no se escuchan son “las rotativas”, el “fax”, la “máquina de escribir” porque la tecnología arrasó con ellas; y surgen otras como postear, tuitear, bloguero y cliquear.
Unas 460 palabras quedaron en desuso en el país, según el Diccionario del Habla de los Argentinos, mientras otras se resignifican o siguen usando pero literalmente dicen otra cosa, como “tirar la cadena” en el baño en lugar de “apretar el botón”, y algunas nuevas surgen como parte de los cambios tecnológicos como postear, tuitear, bloguero y cliquear.
“Las modificaciones en el lenguaje son muy lentas, por eso los nuevos términos que se van incorporando son pocos”, aseguró Santiago Kalinowski, director del departamento de investigaciones lingüísticas y filológicas de la Academia Argentina de Letras, fundada en 1931, que registra voces y frases de uso local para el diccionario.
El proceso es lento porque “si no la lengua pierde la capacidad de los hablantes de entenderse, pero hay una percepción de que los cambios son más rápidos por el salto tecnológico que generó la aparición de nuevas palabras”, dijo el lingüista.
Precisó que “serán sólo 100 o 150 las nuevas, lo que sucede es que se usan bastante y entonces parece que son muchas, pero es una cifra muy marginal en relación a la cantidad que maneja un hablante para comunicarse y que tiene en su léxico pasivo”.
Muchas de las palabras incorporadas en las últimas décadas provienen de la tecnología y las nuevas generaciones.
Kalinowski destacó que son los jóvenes en general “los que introducen nuevos términos”, pero su lenguaje “siempre recibió una evaluación negativa, el mismo estigma, a partir de ser considerado como una degradación de la lengua, por parte de ese otro registro, que es más culto y más cuidado”.
Entre las últimas incorporaciones en el diccionario del habla de los argentinos están “pilotearla”, “romperla”, “manotear” y “zarpado”.
En tanto, las palabras en desuso que “se registran en nuestro diccionario son unas 460, que tienen alguna marca diacrónica, como desusado, poco usado y obsolescente; todos son grados del mismo fenómeno”.
Muchos términos se van perdiendo, “en algunos casos no se sabe por qué, en otros porque desaparece la realidad que les dio origen, o bien se siguen usando a pesar de la desaparición de esa realidad”.
Las poco usadas son alrededor de “260 en nuestro diccionario”, como curdela, figureti, gilastro, estanciera, asalto como fiesta informal, precisó Kalinowski, tras añadir que las de marca desusado, como perramus, runfla, crumiro -que viene del italiano y designaba al trabajador rompe huelgas- o biógrafo, como sala de cine, son unas 180.
Otras frases y palabras que ya no se escuchan son “las rotativas”, el “fax”, la “máquina de escribir” porque la tecnología arrasó con ellas, al igual que teléfono público o locutorios, que fueron boom en los 90 y ahora están en vías de desaparecer junto con sus denominaciones.
Rebobinar la cinta, tocadiscos, winco, cassette, gomina, vaquero, moviola, afilar como noviar, bofe como feo, churro como lindo, bagarto, chinchudo, chau pinela, pilchas, meter el perro, filito, es un traga, salir de levante, arrastrar el ala, pasado de rosca, es un banana, chapar, son algunas de las palabras y frases que quedaron congeladas, que hablan de otros tiempos.
Entre los desusos y nuevos usos, está el fenómeno de la “lexicalización”, que es cuando una expresión se olvida de su origen como “tirar la cadena” y pasa a expresar otra cosa “porque los hablantes se desentienden del origen etimológico de la expresión”, dijo el investigador.
Otro caso es la frase “mostrar la hilacha”, que “en su origen es una expresión antisemita porque viene de cuando alguien dejaba ver que era judío porque se le veía lo que usaba debajo de la ropa; eso se lexicalizó, pero nadie puede acusar de antisemita a quien usa esa expresión porque ningún hablante tiene conciencia de su origen”, señaló.
Otra expresión que está en la frontera de la lexicalización es “trabajé como un negro”; que mucha gente la tiene lexicalizada, es decir, desentendida de su origen, aunque como está la palabra “negro” su uso puede indicar discriminación. “Yo prefiero no usarla”, enfatizó el investigador.