A 4 días de las elecciones en Venezuela, la tensión aumenta

El ministro de Defensa asegura que «no habrá golpe ni autogolpe», pero Maduro insiste en que no entregará el poder.

El miedo y la esperanza crecen a la par en el seno de la oposición venezolana. A escasos cuatro días de unas elecciones que se perfilan históricas, en las que los sondeos presagian su primer triunfo electoral en 16 años de imperio chavista, teme que el presidente, Nicolás Maduro, recurra a alguno de los cuerpos armados bajo su mando para aferrarse al poder, aun en contra de la voluntad de los venezolanos.

El que más recelo despierta, por su vinculación ideológica a la «revolución» y su falta de profesionalidad, es la Milicia Nacional, un numeroso cuerpo paramilitar creado por Hugo Chávez en 2007 y formado por civiles encuadrados en la vasta red de ministerios, insituciones oficiales y empresas públicas del régimen. Son, en definitiva, los empleados del estado asistencial bolivariano, a los que Chávez decidió armar y organizar en estructura castrense bajo dependencia directa del Palacio de Miraflores. Creado a imagen y semejanza de las guerrillas que a escala provincial libraron la guerra de independencia contra España, estimaciones sin confirmar calculan en más de 120.000 sus efectivos.

Pese a que ayer mismo, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, quiso acallar un ruido de sables que va «in crescendo», la oposición no se fía. Padrino aseguró que «no habrá un golpe de Estado, no habrá un autogolpe», pero dirigentes de la disidencia consultados por ABC alertaron de la amenaza que podría suponer la Milicia Nacional.

«Estos no son militares de academia que conocen las leyes y han recibido una formación adecuada, son solo elementos armados simpatizantes y a las órdenes de Maduro», advierten esas mismas fuentes. Así, este elemento institucionalizado se suma a los denominados «colectivos», elementos irregulares en la órbita del Partido Socialista Unido de Venezuela, a los que se atribuye la mayoría de los actos de violencia política en un país cada vez más fracturado. Milicia Nacional y «colectivos» conforman parte medular de la plétora de un movimiento del que sus ideólogos fundacionales siempre tuvieron a gala que sería «armado pero no violento». Muertes como la reciente del dirigente opositor Luis Manuel Díaz, da argumentos a quienes afirman que es también lo segundo.

Pese a las palabras del ministro Padrino, la tensión se mantiene. alimentada por las que pronunció Maduro el pasado jueves, cuando aseguró que, digan lo que digan las urnas, «no entregaré la revolución» y anunció que, si pierde, gobernaría en «unión cívico-militar junto al pueblo». Nadie sabe qué significa exactamente ese anuncio, que repitió ayer en Caracas, pero la retórica recuerda a la del último golpe de estado acaecido en Venezuela, el que en 2002 apartó momentáneamente a Chávez del poder para encumbrar a Pedro Carmona, presidente de la patronal Fedecámaras. Paradójicamente, Carmona se presentó entonces como el líder de un gobierno «cívico-militar».

Si entonces el Ejército jugó un papel clave para restaurar la legalidad constitucional, la oposición espera que haga lo mismo ahora que la cuestiona el propio presidente de la República. Fue lo que reclamó Chúo Torrealba, secretario de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que había pedido en la víspera que las Fuerzas Armadas garantizaran la neutralidad del proceso electoral.

6.000 uniformados
Ayer mismo, se presentó el operativo militar especial que protegerá la jornada electoral, el conocido como «Plan República». En Venezuela, desde mucho antes de la era bolivariana, un despliegue especial acompaña a las votaciones. Es lo que toca en un país acostumbrado a dictadores y asonadas. Esta vez habrá 6.000 uniformados presentes en los 2.400 colegios electorales en los que más de 19 millones de venezolanos están llamados a votar, informa Ludmila Vinogradoff. En el acto, Padrino le recordó a la oposición que «no hace falta que a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se le recuerden sus deberes constitucionales».

Aunque las del domingo son elecciones legislativas y no presidenciales, si el oficialismo pierde la mayoría en la Asamblea Nacional, podría ponerse en marcha un referéndum revocatorio que apartara a Maduro del Gobierno. Son muchos los venezolanos que temen que recurra a la violencia para evitarlo. Después de subir el salario mínimo un 30% el pasado octubre, entregar 4.500 taxis y prometer 4.600 más, inducir una situación de excepción podría ser la última carta de un dirigente acosado por la caída de los precios del petróleo, la escasez, la inseguridad y un contexto internacional cada vez más adverso.

En consecuencia, el país contiene la respiración en las jornadas previas a la crucial votación del domingo, en la que estará presente el expresidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que ya está en Caracas para llevar a cabo su labor de observación. Los opositores no pueden evitar recordar que la sangre ha corrido en varias de sus concentraciones desde que murió Chávez, la última vez hace tan solo unos días con la muerte de Díaz. Las miradas están ahora puestas en el Ejército. Su lema afirma que es «forjador de libertades». Habrá que verlo.

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