El gobierno de Angela Merkel ya recibió a los primeros 450 de los 10.000 inmigrantes que espera que ingresen este sábado. Unas 1.200 personas caminan por la carretera principal de Budapest rumbo a Viena.
Austria y Alemania mantenían abiertas el sábado sus fronteras a miles de inmigrantes exhaustos, repelidos de Hungría por un Gobierno de derecha que intentó detenerlos pero que se vio superado por la enorme cantidad de personas decididas a llegar por tierra a Europa occidental.
Tras haber caminado los últimos metros hacia la entrada de Austria, inmigrantes mojados por la lluvia -muchos de ellos refugiados que huyeron de la guerra civil en Siria- se amontonaban para tomar trenes y autobuses a Viena, donde muchos dijeron que esperaban seguir camino hacia Alemania.
La policía alemana dijo más tarde que los primeros 450 de 10.000 inmigrantes que se espera que arriben el sábado habían llegado a Múnich en un tren especial proveniente de Austria.
La fuerza policial austriaca señaló que muchos miles de personas habían pasado durante el día, destacando la magnitud de la peor crisis migratoria en el continente desde las guerras de Yugoslavia en la década de 1990.
"Fue una situación tan horrible en Hungría", dijo Omar, que llegó a Viena con su familia y cientos de otros inmigrantes que plagaban las plataformas y a los que se les brindaba alimento, bebida y otros suministros.