La Pandemia por coronavirus y los, hasta ahora, pocos casos registrados en la provincia tienen en los Intendentes a los únicos responsables de la situación. El Gobierno de Rodríguez Saá sigue inerte, estático, sin reacción, observando el desarrollo de la situación y limitándose a relatarla en partes de prensa indescifrables y erráticos a cargo de la máxima autoridad provincial.
La suerte de la provincia se define por dos situaciones muy claras, las medidas del Presidente Fernández al decretar la cuarentena y el cese casi total de las actividades que llevaron a Rodríguez Saá a adherir, el otro punto esencial es la tarea de los intendentes.
Los jefes comunales, una vez más, se pusieron al frente de la situación, ordenaron sus distritos, articularon acciones concretas de prevención y difusión, pusieron gente a trabajar y son el primer anillo de contención social. El Gobernador no anunció, a 15 días del aislamiento obligatorio, ninguna medida tendiente a sostener el tejido productivo y a llevar alivio a los sectores más desprotegidos. Rodríguez Saá se limitó a leer partes de prensa, con graves problemas de pronunciación, aletargado y sin reacción, un espejo de la gestión de gobierno.
Al tiempo que los intendentes, desprotegidos y con escasos recursos económicos, llevan adelante una tarea titánica el Gobierno mira para otro lado y sigue en piloto automático en medio de una tormenta que avanza, por ahora de manera lenta, pero con un horizonte que puede ser muy peligroso. Tal vez el más parecido a Rodríguez Saá de los Intendentes resulta sin dudas Sergio Tamayo, quien hasta el momento no encuentra el sillón de mando, la ciudad a la deriva y a la espera de un salvavidas que le arrojen desde Terrazas, hecho que no ocurrió y que no sucederá en el corto plazo.
La crisis provinciales y el sostén de las mismas encuentra en los intendentes a sus máximas expresiones.