Enrique Ponce y José Riccardo jugaron a dividir la oposición, ambos terminaron terceros y sin posibilidades dentro de la política provincial. Una historia de traiciones, celos y autodestrucción.
El Intendente de la ciudad y el Diputado Nacional protagonizaron un culebrón sin final feliz, al menos para ellos. En las elecciones de junio se acercaron a Poggi con la clara intención de traicionarlo después. Fue así, una vez concluida la campaña y el comicio, del que participaron casi como testigos privilegiados sin más motivación que un posicionamiento en la escena política, los dos se abrieron.
Es ahí cuando empiezan a ensayar una jugada por afuera y trazan un puente directo con Alberto. Arman un candidato a intendente como Enrique Picco que nunca podría ganar pero si dividir los votos opositores al gobierno provincial. Ponce y Riccardo le entregaron la intendencia a Rodríguez Saá, el mismo gobernador que tantas veces intentó llevarse ese trofeo por la fuerza, con represión, persecución y extrema violencia.
"El frente opositor no tiene lugar para traidores, quedarán en el ostracismo político y en la memoria de los que siempre luchamos por una provincia con equilibrio de poder", deslizó en las últimas horas un alto dirigente de San Luis Unido.
Ponce y Riccardo, con el aparato municipal, una millonaria campaña y el apadrinamiento de Rodríguez Saá arañaron el 20% de los votos, que pasará cuando cuando no tengan ese sostén, caerán en el olvido.