El funcionario de Ponce aseguró que la muerte del ex concejal Osvaldo Ochoa fue un encargue de Rodríguez Saá. Además le pedía explicaciones "por los retornos de la obra pública". Hoy abraza la causa de la dinastía.
En 2003 se produjo la muerte del presidente del Concejo Deliberante en ejercicio de sus funciones, "Osvaldo Ochoa, murió en la ruta cuando volvía de Merlo con su secretaria privada. El gobierno provincial a través de distintos voceros repitió una y otra vez que todo fue solo y únicamente un trágico accidente. Las voces de la oposición y sus propios familiares sostienen aún que no hubo un accidente sino un atentado siniestro. Ochoa era una figura clave para el proceso de autonomía que lleva adelante un grupo del peronismo disidente en la capital de San Luis. Su voto fue decisivo en ese proceso que se convirtió en un grano de pus para el esquema de hegemonía política controlado por los Rodríguez Saá", sintetizaba la periodista Alejandra Dandan para Página 12.
Uno de los dirigentes que abonó la teoría del asesinato por encargo fue Daniel Sosa, "Que nadie tenga dudas, Ochoa ha sido asesinado”. Sosa mencionó un encuentro con el gobernador Alberto Rodríguez Saá: “Ochoa discutió en duros términos con él días antes de la muerte, él mismo lo amenazó de muerte en su morada de El Durazno", contó el actual funcionario de Ponce al matutino porteño.
La postura de enfrentamiento y denuncia hacia la familia Rodríguez Saá se mantuvo a lo largo de varios años, es más, durante el proceso político previo a las elecciones de 2015 Sosa denunció un supuesto acercamiento de la UCR con Alberto y Adolfo: "Esto es el abrazo del oso, porque no ha pasado nunca en la historia del municipio que fuerzas de la oposición de la mano del aparato provincial consigan algún éxito en el futuro”, al tiempo que recordaba la intendencia paralela de Torontegui de la mano del oficialismo.
"Los subsidios de los que de una vez por todas tenemos que hablar los puntanos son los que han recibido el 5 por ciento de la población de San Luis enriquecida con la obra pública, por ejemplo con el hospital que hay que hacerlo dos o tres veces en el año porque nunca lo terminan bien, de los retornos y ganancias que dejan las empresas constructoras a los funcionarios y a la familia Rodríguez Saá. Tenemos que hablar del aeropuerto del Valle del Conlara, que está abandonado y lleno de yuyos desde hace diez años", se quejaba Sosa. El mismo que hoy abraza al Gobernador y se olvida de las gravísimas denuncias.