Encerrado en su propio discurso el director del suplemento que sale tres veces por semana abrazó a sus ex funcionarios y las causas más emblemáticas de la corrupción de los últimos años. El último tango de un hombre vacío.
Sin el esplendor de otros años, la sede del PJ local recibió al mandamás Alberto rodeado de vetustos dirigentes y ex funcionarios bañados en corrupción. Con frases para la tribuna dispuesta a aplaudir cada una de las defensas de los años de despilfarro, el ex mandatario abrazó la causa de Cintia Ramirez en el San Luis Fútbol Club y la apropiación del Pueblo Ranquel, claro que nada dijo de las denuncias y que prueban el saqueo de las arcas públicas.
Desandó viejas luchas personales al hablar de deuda externa y otros delirios de autopistas en el sueño inalcanzable de la presidencia, eso sí, ni una palabra de su socio y amigo Alberto Fernández acusado de violencia de género y que grababa sesiones de chichoneo con alcohol en la Casa Rosada.
"Le quedó grande el escenario", dijo, con la mirada perdida y un gesto de zozobra, un dirigente que supo ver colmadas las instalaciones del edificio de Héroes de Malvinas, "quizás fue el frío", agregó en un intento de convencerse de una realidad adversa y con la añoranza de los años que no volverán.
El discurso de Rodríguez saá autopostulándose nuevamente como presidente del partido, fue vació, sin novedades, repetitivo y predecible. Un verdadero cambalache de ideas perdidas, quizás el tango Sur pueda resumir el presente de Rodríguez Saá cuando dice: "Nostalgia de las cosas que han pasado, arena que la vida se llevó, pesadumbre de barrios que han cambiado y amargura del sueño que murió".