El Gobernador confió a su círculo íntimo la intención de ir por un quinto mandato. Las limitaciones intelectuales de su hijo "Albertito" obligan al mandatario a cambiar la estrategia dentro de un escenario ya resuelto "en 2023 el Gobernador va a ser un Rodríguez Saá", insistió Alberto.
El Gobierno provincial está en la más profunda crisis de la que se tenga memoria, tal vez habría que remontarse a mediados de la década del ’80 cuando Adolfo amagó con irse tras un traspié electoral. las circunstancias son claramente distintas, las urgencias son otras pero el contexto de desgobierno y falta de conducción hace rememorar aquella situación.
La pobreza golpea en la provincia como pocas veces se vio, el desempleo, la falta de oportunidades y la corrupción van en un mismo camino ascendente. La pandemia expuso la desorganización y los problemas estructurales del gobierno. La semana en la que Alberto "desapareció" y abonó todo tipo de teorías sobre su paradero y estado de salud profundizó la falta de liderazgo.
Enojado, contrariado y cansado, define el círculo íntimo la situación de Rodríguez Saá. "Les dejé una semana el Gobierno y chocaron la calesita, estos chicos no quieren, no saben y no pueden. Mi hijo es un inútil, no me queda otra que ir por re-relección", dijo Alberto al mejor estilo menemista de finales de los ’90.
El veterano dirigente siente que no puede delegar en su hijo la sucesión, que la situación podría ser aún pero, que no hay equipo que pueda funcionar y que las circunstancias lo obliga a modificar los papeles en una obra que tiene el título que él mismo aseguró: "En 2023 el Gobernador va a ser un Rodríguez Saá".
Alberto creyó que 8 años de gestión podrían inocular en su hijo esa sustancia que se necesita para liderar, conducir y coordinar. Nada eso, el poder lo único que produjo en "Albertito" fue un profundo apego al descanso a los negocios que ofrece el presupuesto y a vivir una vida digna de millonario con un grupo de amigos, una suerte de renta heredada.
A menos de un año de reasumir Alberto ya piensa en la próxima elección a gobernador, se autopostula pese a que las fuerzas flaquean pero sabe que no tiene un sucesor, que el coqueteo con los jóvenes hijos del poder no dio resultados, que mostrar a la Jefa de Gabinete como una opción nunca lo fue para los habitantes de la provincia que observan como se deshilachan los sueños de aquello que alguna vez fue posible. Hoy, el destino de la dinastía está marcado y tiene fecha de vencimiento.