Cuando fue el día que este pequeño hombre ruin se creyó con la prepotencia de someternos, cuándo dejamos de lado nuestra fortaleza, nuestra historia de mujeres y hombres que dieron lo más valioso que tiene el ser humano para servir al sueño histórico de la Patria libre y soberana. En qué andábamos pensando, con qué cosa estábamos distraídos para que este ser minúsculo, egoísta y perverso nos robe el presenta, nos hipoteque el futuro y quiera enterrar el pasado.
Que perdidos estábamos cuando el peor ejemplo de la sociedad subió al poder y nos arrebató la libertad, nos puso al borde del abismo y nos amenaza cada día con obligarnos a dar ese paso al vacío.
Cuanto desgano teníamos en el preciso momento en el que este ser minusválido de sentimientos y empatía se creyó con la fuerza suficiente para manosear la democracia que tanta dolor nos costó restituir, la verdad es que estábamos pasmados, adormecidos y somnolientos para permitir tanta arbitrariedad.
Qué hicimos hasta ayer para seguir aletargados en una reacción que nos devuelva los valores, que nos avergüence del estropajo que somos como sociedad, que nos aparte del camino para convertirnos en lo que él quiere de nosotros.
Hoy puede ser el día para empezar, para retomar, para decir basta. Si después de todo no es más que un ser despreciable, con ínfulas de poderoso, con dinero sucio y migajas con las quiere acallarnos. Hoy podemos plantar bandera, la misma que defendieron los puntanos que acompañaron a San Martín en los Andes o los jóvenes que dieron su vida por Malvinas.
Este pequeño hombre ruin quiere que la prensa deje ser inquieta, que pregunte, que cuente, que critique, que debata. Es tan chiquito en su ser que el peso de la historia lo aplastará y quedarán las cenizas de lo que nunca más debemos ser, de lo que nunca más permitiremos que nos suceda. Hoy puede ser el día en el que comencemos a recuperar todo el terreno perdido.