A sus 31 años, y luego de un extenso recorrido por el fútbol de Salta, el mediocampista Flavio Guanca tendrá la oportunidad de su vida: jugará 90 minutos ante River , el club de sus amores, por la Copa Argentina .
Una chance única que le llegó de forma inesperada y que alteró su cargada rutina semanal: desde fines de junio se entrena con Central Norte , empezó a cuidar su físico y su alimentación y hasta necesitó ayuda para coordinar horarios con sus colegas en la fábrica de artículos de limpieza donde trabaja de operario y consigue su principal ingreso económico, mientras estudia electromecánica del automotor. El viernes, cuando el plantel ya esté en Santa Fe, un compañero fanático del Cuervo salteño lo cubrirá para que pueda jugar.
Entreno por la mañana, descanso a la tarde y trabajo de lunes a viernes de 22 a 6, por lo que a la noche normalmente no duermo más de tres horas, a menos que cambie mi turno de 14 a 22. Esta vez tuve que hablar con mis compañeros de laburo para poder viajar. Uno de ellos, hincha de Central Norte, va a trabajar a cuenta mía. Pero el lunes a la noche ya vuelvo. Después arreglaré esas horas con el supervisor, pero ellos siempre me apoyaron. Hace ocho años trabajo en la fábrica y en estos últimos días busqué no esforzarme tanto", le cuenta Guanca a LA NACION a horas del partido de su vida.
El llamado fue de Ramón Apaza, técnico de Central Norte, que eliminó a Pellegrini de Salta y a Sol de América de Formosa para llegar a esta instancia. Justamente desde Pellegrini arribó Guanca, aunque no disputó el duelo entre sí por la fase eliminatoria de la Copa Argentina ya que estaba de refuerzo en Massalin & Celasco de Rosario de Lerma para el Federal C.
"El Turco Apaza me conocía de hace mucho, me habló y me dijo que me quería por mis características de correr y meter. Cuando me preguntó si me interesaba porque él me necesitaba, obvio que le dije que sí. Fue todo muy imprevisto, nunca me imaginé jugar con River. Me sorprendí cuando me llamó", explica el volante central de 31 años, que en diciembre jugó para Pellegrini cuando Central Norte le ganó por penales en las semifinales del Federal B.
"Después, pensé: ¿por qué no soñar con este partido? Uno siempre creía que podía llegar algo así. Yo jugué toda mi vida en la zona salteña, nunca pude irme afuera pero nunca dejé de buscar la forma de entrenar. Quise dar el salto para vivir del fútbol, lo que soñaba de chico, pero acá en el interior es muy difícil. En todo esto juega mucho el sacrificio, el esfuerzo y las ganas, por eso nunca lo dejé. Y ahora se me cumple un sueño, porque además soy hincha de River", dice Guanca, quien deberá pelear varias pelotas con uno de sus referentes: Leo Ponzio.
"Siempre me enfoco en él y lo miro todos los partidos. Me motiva la edad que tiene y las ganas que le pone a la par del resto. Lo mismo que Mascherano, su garra y sus ganas me motivan. A mí me pasa eso: ese deseo de jugar, quizás sin saber tanto con la pelota, pero poder trabar, correr y meter", agrega el futbolista que revolucionó a toda la familia.
Su padre Julio Oscar, su mamá María Cristina, su hermana Gabriela y sus hermanos Claudio (dejó el fútbol por su trabajo en un supermercado) y Cristian (juega en Pellegrini) son sus grandes fanáticos, junto a su hija y su actual novia.
"Todos trabajan y mis padres son independientes, así que estoy viendo si pueden ir a Santa Fe, aunque sea pagándoles el viaje. Mi papá está re emocionado, no lo puede creer. Siempre veía los partidos de los domingos soñando que estuviera ahí. Y él me dijo: ‘nunca es tarde’. Todos me dicen que es el premio por el esfuerzo y las ganas, que me lo merezco. Y yo les agradezco siempre el apoyo", dice el futbolista que se ganó un apodo más que peculiar.