El rover de la NASA Opportunity (Oportunidad, en español) lleva ya más de 5.000 días recorriendo la superficie marciana. Específicamente, cumplió su día 5.000 el pasado sábado 17. Lo llamativo es que la organización espacial estadounidense esperaba que el robot durará apenas 90 días. Sin embargo, y gracias a una maniobra puntual, el vehículo superó el invierno marciano y ahora su vida útil no parece tener final cercano.
Junto con el vehículo Oportunidad iba otro, su gemelo, el Espíritu (Spirit, en inglés). Ambos llegaron al planeta rojo en enero de 2004, en lugares opuestos. Los 90 días planeados para la misión no eran casuales: después de ese tiempo llegaría el duro invierno marciano. Justamente por eso, los ingenieros decidieron inclinar los rovers hacia el norte para que sea capaz de recibir la mayor cantidad posible de luz solar durante el invierno, que dura casi el doble que en la Tierra (porque el año marciano es 1,88 veces el terrestre).
Ambos rovers sobrevivieron el invierno. El Spirit, sin embargo, llegó hasta 2009, cuando se quedó sin dos de sus ruedas, que se quedaron en un obstáculo de arena y esto le impidió girar hacia el norte para continuar explorando.
El Opportunity, sin embargo, sigue adelante y desde hace varios meses está recorriendo el Valle de la Perserverancia. Todos los inviernos, pudo ubicarse de manera correcta para recolectar la energía solar necesaria para seguir sobreviviendo: de hecho, entre 2011 y 2012, durante 19 semanas no pudo moverse porque no había lugares cercanos para lograr la inclinación necesaria para recolectar energía.
Hay otro vehículo en Marte, el rover Curiosity (Curiosidad, en español), pero este no depende del sol sino de un generador termoeléctrico basado en un radioisótopo.
Un enemigo mortal para el Opportunity es el polvo que puede situarse sobre los paneles solares y disminuir su eficacia. Si bien los vientos suelen limpiar los paneles, también puede ocurrir que una tormenta de polvo los inutilice por completo. Algo así ya sucedió en 2007 pero finalmente no fue fatal para el rover. La próxima tormenta tendrá lugar este año pero sus ingenieros son optimistas.
Al día de hoy, el rover en cuestión lleva 45 kilómetros recorridos y 225 mil fotos enviadas a la NASA.
El ingeniero argentino Miguel San Martín, poco después de terminar el secundario, decidió ir a estudiar a los Estados Unidos y, en 1982, se graduó de la Universidad de Syracuse como ingeniero Electrónico. En 1985, obtuvo un Master en Ingeniería Aeronáutica y Astronáutica del Massachusetts Institute of Technology (MIT). “Vas construyendo de a un pasito por vez”, dijo San Martín hace poco más de un año. Y así fue: el siguiente “pasito” fue conseguir que lo contratara el Jet Propulsion Laboratory, el centro de la NASA que se dedica a la exploración planetaria.
San Martín, de chico, seguía con mucha atención las misiones espaciales pero le interesaban especialmente las Apolo, que pusieron al primer hombre en la Luna, y las Viking, que lograron que la primera nave de origen terrestre se posara sobre Marte. De adulto, se dio el gusto de cumplir sus sueños. Primero, fue parte de las misiones Magallanes y Cassini, con destino a Venus y Saturno respectivamente. Luego, en 1993, fue jefe de Ingeniería del Sistema de Guiado, Navegación y Control de la misión Mars Pathfinder, que en 1997 se posó de manera exitosa sobre la superficie marciana, gracias al sistema de bolsas de aire que ideó San Martín y su equipo.
Tras dos misiones fallidas a Marte, de las que el argentino no participó, fue convocado nuevamente para guiar, justamente, a los vehículos robóticos Spirit y Opportunity, que llegaron sin mayores inconvenientes al planeta rojo en enero de 2004. Y coronó su labor marciana en 2012, cuando el inmenso Curiosity, de casi una tonelada de peso, bajó seguro con la ayuda de una especie de helicóptero bautizado SkyCrane, diseñado por un equipo liderado por San Martín. “Junto con mi equipo definimos la arquitectura del sistema, después diseñamos el software, lo probamos y, finalmente, lo operábamos rumbo a Marte. Le tuvimos que buscar la vuelta a cómo lograr aterrizar el Curiosity”. Y agregó: “Tenés que poder utilizar a los ingenieros, darles la libertad, pero de vez en cuando, si no estaba de acuerdo, decía ‘bueno, muchachos, lo vamos a hacer así; yo sé que vos tenés otra opinión pero tiene que haber un solo cocinero en la cocina’”.
“A veces me olvido que somos parte de un club bastante pequeño que tenemos la oportunidad de aterrizar vehículos en otro planeta, una actividad un poco exótica”, reconoció.
El próximo paso para la NASA, y para San Martín, es la misión Europa Clipper: despegaría en 2022 y sobrevolará la luna joveana del mismo nombre, tal como contó el argentino en la red social Twitter. El lugar no fue elegido de casualidad: el satélite es uno de los lugares del sistema solar en donde podría encontrarse vida extraterrestre (microbios, pero vida al fin). De hecho, este fue la parte central del argumento de la continuación de la popular novela 2001: Odisea del espacio, de Arthur C. Clarke (que tiene una versión cinematográfica dirigida por Peter Hyams y estrenada en 1984).