Aprender matemática es, para muchos estudiantes, una misión casi imposible. Es por eso que no debe sorprender que el “Método Singapur” esté revolucionando las aulas de todo el mundo.
Esta técnica, que ha comenzado a usarse en el país asiático que le dio el nombre en la década de los 80, se distingue por buscar que los alumnos entiendan el razonamiento detrás de cada procedimiento, en lugar de sólo memorizar resultados para pasar un examen.
En este sentido es que los profesores que aplican el método ponen a disposición de los estudiantes, que trabajan siempre en grupo, objetos y fotografías para que ellos mismos puedan representar la resolución de los problemas a través de sus propias ideas.
Otra característica de este enfoque es que se abordan menos temas por año, pero con mayor profundidad. Esto hace que los profesores sean capaces de esperar a que todos los alumnos hayan asimilado un contenido, antes de pasar al siguiente.
No por nada, y después de aplicar durante años este método en sus centros de educación, Singapur ha conseguido los resultados más altos en pruebas de matemática internacionales, tales como los reconocidos exámenes PISA.
Por este motivo, esta fórmula para que los números dejen de ser un dolor de cabeza para los estudiantes no ha dejado de ganar adeptos en todo el mundo.
“Los planes de estudio para la enseñanza de matemáticas a nivel primario en varios países alrededor del mundo lo usan como modelo”, aseguró Kevin Mahoney, un profesor estadounidense que utiliza el método, en una entrevista reciente con la BBC.
También Jeff Bezos, dueño de Amazon y considerado como uno de los hombres más ricos del mundo, confesó que sus hijos aprenden matemática con este enfoque.
Pero no todo es color de rosa, y la técnica que promete hacer que las ciencias duras sean atractivas para los más chicos también tiene detractores. Algunos especialistas en educación consideran que puede resultar aburrida para los estudiantes que tienen un buen nivel, y otros desconfían de que sea verdaderamente más efectivo que los métodos tradicionales.
“No hay evidencia de que sea el mejor enfoque. Hay alguna evidencia limitada de que sería un poco más efectivo que el status quo en algunos países occidentales como Inglaterra. Pero los efectos parecen ser relativamente pequeños. Y todavía no sabemos sobre su impacto en el largo plazo”, reveló John Jerrim, investigador del Instituto de Educación de University College London (UCL), al mismo medio.
Por el momento, lo único cierto es que cada vez son más los educadores en diferentes puntos del globo que, con ciertas adaptaciones, toman prestado el programa que ha hecho que los niños singapurenses se amiguen con una de las materias más temidas.