Una familia que pueda tener una huerta de 152 metros cuadrados puede cultivar más de 1.150 kilos de verduras orgánicas, lo que representa alrededor de $3.200 al mes de ahorro. A estos números llegó un estudio hecho por ProHuerta, el Programa del Ministerio de Desarrollo Social y del INTA. No sólo se trata de ahorro económico, sino de una mejora en la calidad de la alimentación de todo el grupo familiar.
Hace dos años que especialistas de ProHuerta estudian y trabajan en el territorio la evolución de las huertas familiares. “Bien manejadas, las huertas tienen un rinde bastante estable. Vimos día por día cuánto representaba esa cantidad en los costos de verdulería y nos dio un ahorro equivalente a unos 3.200 pesos por mes gracias a la huerta”, detalló Francisco Pescio, coordinador del Programa en la región AMBA-Delta, en esta zona se logró un rinde de 7,5 kilos de hortalizas por metro cuadrado.
Las huertas familiares suponen un cambio en el paradigma de la alimentación. Los métodos que usan están basados en la agroecología y de su desarrollo participa la familia, el diseño de las huertas no incluye el uso de pesticidas, sino que el sistema que trabaja ProHuerta se ayuda de plantas para atraer insectos benignos y repeler aquellos que producen daños. El alimento que se produce tiene un valor agregado sobre las hortalizas y verduras del mercado, ya que las producidas en huertas familiares son orgánicas, tienen más sabor y mayores beneficios nutritivos.
“El programa está pensado especialmente para familias en situación de vulnerabilidad, que a veces no pueden comprar verduras, y en este sentido, es importante que puedan producir alimentos saludables y nutritivos para su autoconsumo”. explicó Pescio. Los huerteros familiares logran soberanía alimentaria, el excedente lo venden y también suelen repartir verduras a sus amigos y vecinos. De esta manera, además de consumir alimentos sanos, es posible generar un ingreso extra y además producir un efecto viral de alimentación ecológica.
En el Partido de Villarino, donde el Programa ProHuerta ha repartido 600 kits de semillas a familias que han creado huertas en espacios reducidos y que han cambiado su alimentación pero también lograron crear una fuente de ingreso extra, muy importante en los tiempos que corren. “Cuando la familia comienza a probar los tomates que producen con respecto a los tomates que llegan del mercado es increíble la diferencia. Esto es tomate, me dicen. Una vez que comen arvejas producidas por ellos mismos, no quieren comer más en latas. Es simple: vos cosechas y consumis. Las familias valoran mucho la vuelta a lo natural, incluso es un cambio de hábitos para los niños, que comienzan a comer más verduras porque ellos mismos plantan y cuidan la huerta”, afirma Pablo Palacios, referente de ProHuerta en Villarino y Patagones.
El estudio del INTA se llevó a cabo durante dos temporadas consecutivas en una huerta del Hospital Italiano de San Justo, el objetivo fue determinar cuánto podía ahorrar por mes una familia que tuviera una huerta de 152 metros cuadrados, el estudio fue parte del trabajo de tésis de Laura Varano para la carrera de Ingeniería Agronómica de la UBA. La huerta tiene un pico de rendimiento en la temporada primavera verano, con los tomares, zapallitos y zapallos. En el invierno las verduras de hojas verdes son las protagonistas. El resultado fue promisorio: el ahorro que supone trabajar la tierra en forma familiar, guiados por especialistas del INTA es valioso y productivo.
La huerta familiar y la agroecología, según el técnico del sur bonaerense, “son algo social, trabaja toda la familia, y es educativo, más que nada es un estilo de vida”. ProHuerta capacita y entrega kit de semillas según la estación del año. Sus técnicos están al servicio de aquellas familias que quieran cambiar su alimentación y el modo de producir sus propios alimentos.