Pablo García lleva 16 años dando la vuelta al mundo en bicicleta. Arrancó en 2001 y desde entonces no paró. Pedaleó 167 mil kilómetros y conoció 105 países. Este año regresó al país y está a punto de concluir su travesía en Buenos Aires, la ciudad que lo vio partir y que no pisa hace décadas.
Antes de aventurarse a lo desconocido con su bici, Pablo tenía una vida bastante tranquila y ordenada. En los 90 estudió turismo y se fue a vivir a Brasil. En Maceió se puso una agencia de turismo junto a unos amigos argentinos, en la cual trabajó cinco años. Pero con la llegada del nuevo milenio, comenzó a sentir una necesidad profunda de darle un giro a su vida y decidió dejar todo para salir a recorrer el mundo pedaleando. Algo que lo llevó a experimentar el lado más libre de la vida.
“Me di cuenta que con la estabilidad y el confort me estaba perdiendo los mejores años de mi vida. Quería darle otro contenido a la vida y creí que viajando podía saciar esa ilusión”.
Pablo reconoce que largó todo con miedo y, sobre todo, con mucha incertidumbre. “No tenía experiencia en viajes de bicicleta. Ni de la vida outdoor. No sabía nada de camping. Nada de nada. Y me subí igual a la bicicleta para cumplir con esta ilusión que me llevó por todo el mundo”.
Un primer ensayo de lo que luego sería su odisea fue pedalear de Maceió a Buenos Aires en el 99. Tardó seis meses y cuando llegó a la ciudad porteña comenzó a armar el proyecto. “Fue en el 2001. Y salí a buscar spónsor. Y como la mano estaba muy dura por la crisis, los únicos que conseguí fue una marca de ropa y otra de quesos”, recuerda Pablo.
Con un pasaje aéreo, una bici regalada, un poco ropa y algo de material de camping voló a Sudáfrica, donde arrancó su periplo de 16 años.
La travesía tuvo muchas dificultades. El país en 2001 entró en default, el peso se devaluó y Pablo perdió todos sus sponsor. Durante años se las arregló como pudo. En el camino iba consiguiendo patrocinadores. Y se las rebuscaba vendiendo fotos. Llegó a escribir un libro en inglés de sus viajes y desde hace tres años se financia haciendo documentales.
“Me ha pasado de todo. Me he perdido en uno de los lugares más calientes del mundo, en el desierto de Danakil, en el norte de Africa. Me han amenazaron a punta de machete. Me topé con traficantes en Irán y cuando estaban debatiendo si me mataban les dije Argentino, Maradona, y me perdonaron la vida”, recuerda Pablo.
La bitácora de Pablo es impresionante. A tal punto que cansa con solo imaginarlo. Recorrió todo el continente africano en 27 meses. Después pedaleó por Medio Oriente, conoció más de 30 países en Europa y vivió cuatro años en Asia. Allí llegó a lugares tan lejanos como Mongolia, Tibet y Japón. De allí saltó hacia Australia, pasó por Nueva Zelanda y recorrió Samoa y Hawái. Luego cruzó el océano y arribó a Alaska, donde comenzó el camino de regreso a la Argentina, el cual duró cinco años hasta llegar a Ushuaia.
“Entré al país hace ocho meses desde Bolivia haciendo zigzag por la cordillera. Crucé la cordillera como ocho veces. La idea es recorrer todas las provincias argentinas antes de llegar a Buenos Aires en octubre”, cuenta Pablo, quien planea arribar al Obelisco el domingo 29 al mediodía, lo cual será el fin de su largo periplo. “Va ser muy emocionante”, acotó.
Ahora cuenta que terminado el viaje, quiere vivir un tiempo en el país. Y hacer una serie sobre las 300 horas de su largo viaje. “Quiero mostrar de lo que somos capaces. Que podemos cumplir nuestros sueños. Que nada es imposible”, cerró optimista este ciclista que lleva 16 años dando la vuelta al mundo.