Un grupo de aficionados canadiense detectó una extraña columna de luz violácea de la que, hasta entonces, no se tenía registro. Las propiedades que la convierten en un fenómeno único, diferente a las auroras boreales.
La ciencia aún no tenía registro del fenómeno. Una luz violeta en el cielo frecuenta los noches canadienses. No fue hasta que un grupo de aficionados, que responden al nombre de "Alberta Aurora Chaser", publicó el año pasado sus hallazgos en su cuenta de Facebook para que se tuviera el primer registro de la extraña columna de luz parpadeante.
A medida que publicaban las imágenes, los usuarios intentaban explicar de qué se trataba el fenómeno. La mayoría de ellos se lo atribuyó a una aurora protónica, pero Eric Donovan, profesor de Física de la Universidad de Calgary, Canadá, al ver las fotografías, descartó tal hipótesis.
Las auroras "normales", que son las parpadeantes cortinas de luz en los cielos sobre los polos, las causan corrientes de partículas cargadas, canalizadas por el campo magnético de la Tierra. Entonces, penetran en la atmósfera. A medida que los electrones chocan con los diferentes gases, se pueden ver emitir diferentes colores de luz.
Donovan reconoció que en las auroras habituales las longitudes de onda emitidas por las colisiones de protones no son visibles. Esa sutil diferencia lo hizo darse cuenta de que estaba ante un nuevo fenómeno atmosférico. Steve -llamado así porque en la película infantil "Vecinos invasores" los personajes utilizan ese nombre para referirse a algo que nunca habían visto- tenía que ser otra cosa.
El siguiente paso fue combinar la información de los tiempos y lugares de aparición de Steve con los datos recabados por la misión de campo magnético Swarm, perteneciente a la Agencia Espacial Europea (ESA). En el cruce de datos, logró adosarle ciertas características al fenómeno.
Detectaron una propiedad saliente: su altísima temperatura. Cuando los satélites se posaron 300 kilómetros por encima de la superficie, advirtieron que la temperatura del aire dentro de la columna era 3.000ºC más caliente que el aire que la rodeaba. A su vez, el gas circulaba a una velocidad muy por encima de la media: 6 km por segundo; un número 600 veces superior que el aire alrededor.
Por el momento, hay muy pocas certezas sobre la columna de luz violácea que se vio en reiteradas ocasiones en Canadá. Sí se sabe que no es aurora típica y que el fenómeno es más recurrente de lo esperado: "Resulta que, al final, Steve es un fenómeno bastante común, pero que no habíamos notado antes. Esto fue posible gracias a las observaciones desde el terreno, los satélites, el acceso a la información y al ejército de científicos ciudadanos que sumaron fuerzas para documentarlo", sostuvo Roger Haagmans, investigador de la ESA.
El científico remarcó la labor de un grupo de entusiastas que, lejos de las posibilidades de acceso a equipos profesionales, lograron percibir un fenómeno inadvertido para los especialistas. "Es increíble cómo un fenómeno natural hermoso, observado por ciudadanos, puede despertar la curiosidad de los científicos", admitió.