La vicepresidenta empezó su gira por Ryad, la capital del reino de Arabia Saudita. Llegó junto a una escueta comitiva integrada por diplomáticos, el secretario de política económica, Pedro Lacoste; funcionarios del Ministerio de Agroindustria y del Invap, que comparte un desarrollo nuclear con el gobierno árabe.
Recibió una lujosa recepción en aeropuerto, donde el embajador argentino Jaime Cerda llegó acompañado de funcionarios del rey Salam Bid Abdulaziz, quien este domingo la recibirá en la Casa Real.
También tendrá entrevistas con el vice príncipe heredero y ministro de Defensa, Mhammmed bin Salan bin Abdulaziz Al-saud; el gobernador, el presidente y el encargado de ciencia y tecnología de la Riad.
Para el lunes está previsto un foro de inversiones con la cámara de comercio e industria local y entrevistas a Mohammed Abdullah Alkhorayef, CEO de Alkhorayef Group; y Geroges Schorderet, CEO de Almarai, la principal empresa láctea de Arabia Saudita, que en 2012 anunció una inversión de 100 millones de dólares en San Luis para sembrar alfalfa, pero los límites a la extranjerización de tierras enfriaron el proyecto.
La mayor expectativa de Michetti es mejorar en las alicaídas relaciones económicas en momentos de duras transiciones para ambos países, líderes en sus regiones.
Arabia lucha por sostener una economía basada en la exportación de petróleo, cuyo cotización llegó a estar por debajo de los 40 dólares este año, tras arañar los 140 en 2008. En septiembre el rey bajó un 20% los salarios de funcionarios y empleados públicos, por lejos la mayor fuente de trabajo.
Las inversiones extranjeras empezaron a partir y las embajadas se convirtieron en peregrinajes de empresarios que anticipan sus partidas por falta de expectativas. “Es un escenario que los obliga a diversificar su economía, con reformas internas y lugares donde invertir”, se entusiasmó Michetti.
Arabia Saudita acostumbra a utilizar un excedente de sus regalías para invertir por el mundo y aunque no parece la época para grandes anuncios el príncipe, Mohamed bin Salman, anunció un plan paulatino para reducir la dependencia del petróleo, denominado Visión 2030.
Consiste en la creación de un fondo soberano de US$2 billones y la venta del 5% de la petrolera estatal Saudi Armaco, que amenaza con alterar los mercados de todo el mundo.
Arabia ya copó la portadas de los diarios económicos al convertirse en el país emergente que mayor deuda externa tomó este año con 17500 millones de dólares, sólo mil por encima de Argentina en marzo, cuando canceló su litigio con los holdouts. Claro que a tasas mucho más bajas.
El interés de medio oriente por aceitar su relación con Sudamérica quedó a las claras en noviembre en esta ciudad durante la IV Cumbre de América del Sur-Países Árabes (ASPA), donde además de luchar contra el terrorismo hubo un compromiso de iniciar una etapa de cooperación económica.
Michetti es optimista. “Tenemos un volumen un flujo de comercio muy bajo en relación con lo que podríamos tener. Los 70 años han sido buenas relaciones, ha habido cooperación entre los dos países, de hecho tenemos un proyecto de desarrollo nuclear conjunto en Invap, pero creemos que eso es un piso mínimo de relaciones”, sostuvo en la lujosa suite del Riyadh Conferece Palace que le acondicionó el Gobierno, donde recibió a medios locales.
Su tarde había empezado con una recorrida por el mercado de telas de Riad, con 32 grados que lastiman la piel pero no se comparan con los 50 padecidos por los lugareños en el verano. Luego recibió a Haitham Bouzo, presidente del Grupo de Apoyo a las Islas Malvinas.