En la estrategia de China de convertirse en una potencia militar marítima surge un proyecto que parece poner nervioso a todo el mundo: un grupo de islotes artificiales en una de las zonas más disputadas del planeta, transitada por buques comerciales y llenas de gas y petróleo.
La potencia asiática aspira a defender su posición en el Mar frente a Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei o Taiwán, con quienes se disputa los territorios. Y el conflicto gira en torno a dos archipiélagos en el mar de China Meridional, las islas Paracelso y las islas Spratly, reclamadas por estos países. Allí, en los últimos meses, Beijing viene construyendo islas artificiales, donde ahora comenzó además la obra para edificar dos faros.
China resta importancia a esas construcciones que, según el coronel Yang Yujun, vocero del ministerio de Defensa chino, "sirven a objetivos civiles" y "favorecen no sólo a China, sino a toda la comunidad internacional".
Sin embargo, dichas obras han elevado la disputa entre China y Estados Unidos, que el miércoles pasado sobrevoló una de esas islas con un avión espía en un claro desafío al fortalecimiento militar chino.
El sudeste de Asia asegura que las acciones de China "han erosionado la confianza y podrían socavar la paz, la seguridad y la estabilidad".
China contesta que lo que está haciendo es "totalmente legal y no debe ser cuestionado".
Han surgido extensos temores de que Beijing utilice estas bases como trampolines para reafirmar el control sobre todo el Mar de China Meridional.
En los últimos meses barcos chinos, con materiales de construcción, surcaron con regularidad las aguas cercanas a las islas Spratly en disputa para construir las nuevas islas ante la mirada atónita de pescadores y funcionarios filipinos de la zona. "Crean islas artificiales que nunca existieron desde la creación del mundo, como las de Dubai", dijo Eugenio Bito-onon, de 58 años, alcalde de una franja de escasa población de las islas Spratly llamada Kalayaan, o "libertad" en filipino.
Nadie sabe aún cuál será además el impacto ambiental de este proyecto. Con todo se sabe que la construcción de cualquier isla artificial deja una huella ecológica grande e implica un alto impacto ambiental asociado.