La verdadera historia: ¿Por qué Kurt Cobain saboteó su show en Argentina?. En exclusiva, habla Gilly Ann Hanner, cantante de las agredidas Calamity Jane.
"Ustedes son el mejor público del mundo”. De tanto ser repetido desde el escenario por cientos de artistas internacionales con pulsaciones altas, la calificación se cristalizó en eslogan. No hace tantos años, incluso después de Cromañón, un festival de marca jugó con la idea de que su grilla estaba integrada por bandas que venían a vivir esa experiencia. La única donde los extras calificados pagan la entrada, si se permite la ironía. De todas formas, negar el calor y el color que somos capaces de imprimirle a un evento musical sería de necios, justo en la misma semana en que The Rolling Stones anuncian una gira Latinoamericana nombrada “Ole”, a partir del inicio del cantito “olé, olé, olé, oleeeeé” con el que son saludados por acá.
Pero igual que toda regla, tiene su excepción. Y no sólo no pasó desapercibida, sino que se transformó en leyenda. El 30 de octubre de 1992, con la medalla de ser “la banda más caliente del momento”, Nirvana saboteó su show en Vélez. No sólo amagando toda la noche con tocar el himno Smells Like Teen Spirit y negando el dulce esperado, sino iniciando la noche con una zapada de ruido a la que titularonNobody Knows I’m New Wave (primera y única vez que la tocaron en su carrera), privilegiando lados B y temas poco conocidos de su repertorio (entonces próximos a salir en el compilado Incesticide) y cerrando la pesadilla con otro azote de ruido y migrañas: Endless Nameless. Por lejos, el mejor show de punk rock posible, para decepción de buena parte de los 20 mil que esa fría noche asistieron al Amalfitani.
Apenas tres meses después, el mundo en general y los argentinos en particular empezaron a entender las razones de ese show tan poco “profesional”. “ (…) O pagarle 5 mil dólares a las Calamity Jane para que sean interrumpidas por 20 mil machitos en Argentina”, nombraba Kurt Cobain en el booklet del disco Incesticide, a propósito de una lista de los mejores y peores momentos que se habían cruzado en su atolondrado camino al éxito. La alusión era para la banda telonera que habían invitado especialmente, un cuarteto de post-punk femenino, al que los fans argentinos retiraron no sólo del escenario, sino de su vida artística. “Fue nuestro último show, debido a una variedad de circunstancias”, recuerda hoy su líder, Gilly Ann Hanner, desde el hogar que comparte en Portland con dos hijas, un hijastro y su marido. “Esa noche tuvo un gran impacto en nuestra auto-estima. Combinado con el hecho de retornar a casa con nuestras guitarras rotas y tener que esperar tres meses a que nos paguen por un problema del management. Estábamos descorazonadas y decidimos volver a Oregon sin siquiera finalizar el tour. Nuestro ánimo estaba por el suelo y nos tomó años recuperarnos”.
–Por entonces empezaron a proliferar muchas bandas integradas únicamente por mujeres, pero ustedes no tenían tanta prensa ni menciones. ¿Cómo fue que conocieron a Nirvana?
–Si bien yo soy de Oregon, conocí a Kurt en Olympia (Washington). Con una de las tantas bandas que tuve, Sister Skelter, hicimos un show en casa el 14 de mayo de 1988, el día que cumplí 21 años, y fue también uno de los primeros shows de Nirvana. Incluso Kurt terminó cantando con nosotras una versión del tema Greatest Gift, de Scratch Acid. A fin de año empezamos Calamity Jane, conmigo en guitarra y voz y mi hermana Megan en bajo. Tocamos por todos lados con otras bandas como L7 y Babes in Toyland, grabamos un disco en Seattle y éramos amigas de Kathleen Hanna, que luego formó Bikini Kill y empezó nominalmente el movimiento Riot Grrl. También conocíamos a Courtney Love, de larga data. En 1992 tocamos en un show en Portland con Nirvana y a Kurt le pareció bien invitar a una banda de sus días de Olympia y así fuimos.
–En la previa al show, ¿intuían que el público iba a ser tan agresivo?
–Habíamos tocado para muchas audiencias agresivas, pero en escalas muchísimo más pequeñas. Ahí, cuando ls cosas se ponían duras, la onda era parar hasta que el grandulón dejara de aprovechar el pogo para golpear y que dejaran a las chicas enfrente del escenario. Lo que sucedió en Buenos Aires fue que todo era inmenso y que teníamos una barrera con el lenguaje. Estábamos fuera de nuestro elemento, mientras nos arrojaban monedas, escupidas, piedras y algunos incluso exhibían sus penes. Nos gritaban “¡putas!” (NDR: lo dice en castellano) y mostraban los genitales, así que más allá de la impaciencia que podían tener por ver a Nirvana, lo tomamos como algo de género.
–¿Qué es lo que realmente recordás de esa noche?
–Es una imagen recurrente, borrosa, luces brillantes, gritos y caos. No estábamos preparadas para ser tratadas de esa manera por la audiencia y, más tarde, por nuestros asistentes. No nos apoyaron y me dijeron que había actuado “mal con el público”. Eso fue un choque cultural magnificado 100 veces. Desearía que hubiéramos podido filmar nuestro set y ver cómo eran las cosas desde la perspectiva de la audiencia, pero no lo permitieron.
–¿Les dijo algo Kurt Cobain en ese momento?
–Se disculpó por el comportamiento de la audiencia y nos dijo que consideraba negarse a tocar, pero que romper el contrato hubiese sido algo malo para sus compañeros de banda y su crew. Courtney Love vino al backstage cuando abandonamos por primera vez y nos decía: “¡Salgan otra vez, esto es punk rock! ¡Las aman!”. Y lo hicimos por un rato, hasta que tiramos las guitarras y ya no volvimos. Luego, en el booklet del disco siguiente, Incesticide, nos mencionó y fue gratificante que se reconociera el hecho, porque no volvimos a tocar juntas por los próximos 18 años.
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Gilly cuenta que en 2010 ensayaron e hicieron un par de shows en Portland. Que su hermana Megan no puedo estar porque vive a cinco horas de ahí. Que tocaron como trío y Joanna Bolme, la segunda guitarra, también presente en Vélez, tocó el bajo. Bolme más tarde sería novia de Elliott Smith (pueden verla en el documental Heaven Adores You) y fue la única que regresó a Buenos Aires, como parte de The Jicks, la banda de Stephen Malkmus. Siguiendo con Gilly, hace diez años que tiene un salón de peluquería y tocó en varias bandas zonales como Starpower, Semisweet, No 2, Darth Vader’s Daughter y Braille Stars, con las que todavía ensaya. El sábado, mientras ella contestaba las preguntas del Sí!, un co-generacional suyo y de Kurt Cobain, Eddie Vedder (Pearl Jam), mostraba a sus correctísimos fans un cartel con la leyenda insignia en contra de la violencia de género: Ni una menos. ¿Fin?
Recuadro
Noche Embrujada
En la jornada, el soporte inicial y local fueron Los Brujos, que abrieron con un show matador y un muñeco gigante: Psicodelio. Por los pasillos de Vélez, Dave Grohl se paseaba cantando Kanishka, el hit de los sureños que, se sospecharía, inspiró Very Ape, un tema que Nirvana incluiría en su próximo disco, In Utero. El entonces bajista Petanga a Go-Go (luego Lee-Chi) se quedó a ver el show de las Calamity Jane en el backstage y esto recuerda: “Nunca entendí por qué las agredieron tanto. ¡Llegaron a tirarle pilas Eveready grandes, de linterna! Para mí era muy buena la banda, acorde al evento, por eso creo que todo fue una cuestión de género. me acuerdo que por ahí también estaba Courtney Love con un vestido blanco, todo roto, ¡y las cagó a pedos! Yo estaba con PK, un periodista de la revista Rock en Blanco y Negro, y le fuimos a hablar a una de ellas, para alentarla. Siguieron un toque más, pero era imposible”.