El clásico puntano entre Juventud Unida Universitario y Sportivo Estudiantes comenzó a disputarse antes de que la pelota ruede. La Policía provincial solicitó que el partido se juegue en el estadio Juan Gilberto Funes, argumentando razones de seguridad y operatividad. La medida sorprendió y molestó a la dirigencia de Juventud, que contaba con organizar el encuentro en su cancha, el estadio Mario Sebastián Díez.
El club auriazul sostiene que su estadio está preparado para recibir el clásico y que ha trabajado en conjunto con las autoridades para garantizar la seguridad del evento. Además, señala que el traslado al estadio provincial es inviable, ya que actualmente se encuentra inhabilitado por tareas de resembrado del campo de juego.
Desde Juventud advierten que el cambio de sede no solo afecta a la logística y a la organización prevista, sino que también perjudica a su público local, que perdería la ventaja de la cercanía y la comodidad de su estadio. La institución recalca que el operativo de seguridad ya estaba definido, con protocolos y medidas preventivas acordadas.
La Secretaría de Deportes, responsable del estadio Juan Gilberto Funes, confirmó que los trabajos de resembrado "comenzarán muy pronto", sin precisar una fecha exacta, lo que aumenta la incertidumbre sobre la viabilidad del cambio de sede.
En lo deportivo, el partido es clave para las aspiraciones de Juventud en la Reválida del Torneo Federal A, donde busca sumar puntos decisivos para mantenerse en la categoría. La polémica por la sede ha añadido un condimento extra a la previa, trasladando la tensión del césped a los despachos y a la discusión mediática.