La región va a las urnas para definir su próximo Parlamento, después de una campaña hegemonizada por el debate sobre su separación. El resultado puede dejar un panorama lleno de turbulencias
Las elecciones del domingo 26 son vividas en la región como un nuevo plebiscito independentista. Así quieren que sea los partidos del Sí, esperando que si ganan la mayoría parlamentaria, emprenderán un proceso escisionista que cuminaría en 2017.
Sin embargo, los 5 millones y medio de ciudadanos habilitados para sufragrar lo harán simplemente para renovar la composición de un parlamento. Sucede que la pelea de los catalanes por independizarse del Estado español ya suma varios capítulos, sobre todo desde el presidente regional, Artur Mas, advirtió que "ya no hay marcha atrás".
La crisis económica europea, y en particular española, sumada a un impulso re-centralista encabezado por Mariano Rajoy, ha sido el caldo de cultivo ideal para que los ánimos soberanistas de la región autonómica cobren fuerza y determinación.
Desde entonces, Cataluña ha asistido a un agitado proceso: multitudinarias movilizaciones, la votación en el Parlament a favor de un referédum para decidir, la negativa del gobierno español y la celebración de uno simbólico en el que triunfó la independencia. La elección de este domingo podría, finalmente, dar comienzo al proceso separatista.
Manifestaciones masivas en Cataluña a favor de la independencia
Junts pel Sí ha anunciado que si alcanza la mayoría absoluta de los escaños, iniciará a un proceso de secesión ordenado. Después de la proclamación de intenciones, dijo que constituirá un Parlamento Constituyente que redacte y apruebe una nueva carta constitucional catalana, a la que seguirá una serie de leyes de transitoriedad entre la desconexión de la legalidad española y el nuevo marco catalán.
Según el especialista de la Universidad Autónoma de Barcelona Arnau González Vilauta, el gobierno independentista guiará ese proceso partiendo de una voluntad negociadora con el gobierno central. Sin embargo, la negativa española podría tornar más turbulento el tránsito pacífico de la separación.
"Hay tres dinámicas dificilmente alterables: 1) en caso de ganar, el independentismo no dará pasos atrás aún a pesar de asumir varios riegsos; 2) los partidos políticos españoles con posibilidad de gobernar el país -PP y PSOE- no serán capaces de realizar una oferta creíble y consensuada ante una eventual mayoría independentista; 3) Teniendo en cuenta que la Unión Europea no quiere más problemas, ciertamente abordará el conflicto -como hasta ahora- con incomodidad, pero defenderá la posición de que el referéndum es la solución. ¿Querrá Madrid aprovarlo? Creo que no", explicó.
La Unión Europea y decisión difícil
La relación de una eventual Cataluña independiente con la Unión Europea (UE) es uno de los temas que ha sobrevolado durante toda la campaña electoral previa a los comicios. Pese a las declaraciones cruzadas de funcionarios de la comunidad, son varios lo que opinan que no será fácil en esta coyuntura la expulsión de la región industrial con el mayor PIB de España.
A la Unión Europea no le conviene la disgregación de España, pero si España es incapaz de impedirla, antes o después admitirá a una Cataluña separada. Por lo demás, en la UE hay muchos países más pobres que España, y los más ricos de Europa -como Suiza y Noruega- están fuera. Es decir que no es ninguna maldición ni ningún apocalipsis estar fuera de la UE", explicó a Infobae el escritor español Pio Moa.
Reivindicación nacional o necesidad económica
"Detrás del reclamo separatista no hay ninguna identificación nacional, pues Cataluña nunca fue una nación". Así opina, tajante, Moa. "Hay un intento de convertir la lengua regional en exclusiva o ‘propia’, e impropia, por tanto, la lengua española común, que es por mucho la más hablada allí y que tiene una tradición cultural y literaria, mucho más que en catalán". Para él, la economía tiene un peso secundario en esa "ideología".