La historia de un joven aborigen wichi que egresó en 2013 como profesor de matemáticas de la Universidad Nacional de Formosa.
"Es fantástico formarse en un nivel superior universitario, me permitió defi nir un proyecto de vida, un proyecto académico y proyección a futuro, y todo gracias a la educación pública gratuita que algunos desprecian”, cuenta Emilio Fernández, aborigen wichi que egreso en 2013 como profesor de matemáticas de la Universidad Nacional de Formosa.
Este joven oriundo de la comunidad de Lote 8, a poco más de 600 kilómetros al oeste de la ciudad capital de Formosa, en el límite con Salta, expone que “mi logro y el de muchos otros aborígenes tobas y pilagas, nos hace sentir orgullosos como pueblo indígena que sin olvidar sus raíces es protagonista de su propio destino, y eso fue gracias a una educación pública gratuita e inclusiva”.
“Mi sueño hecho realidad no sólo es propio y para mi familia, sino que hay todo un pueblo al que pertenezco que hizo suyo la meta alcanzada. Cuando la conectividad me permite calmar mi ansiedad por todo lo que extraño de mi gente y con el celular converso con ellos, me dicen lo orgullosos que se sienten al ser de la comunidad de donde es oriundo el próximo licenciado en matemática, me tienen como un referente y tutor, y los ayudo en todo lo que está a mi alcance”, cuenta.
Revela que “muchísimos otros como yo jamás hubieran podido cumplir su sueño de formarse en lo que les gusta. En la secundaria me di cuenta de mi vocación por la matemática, y mi preocupación era cómo sostener mis estudios al ser parte de una familia muy pobre -madre artesana que teje con chaguar-, y se hizo posible por un Estado presente”.
Cuenta que en la norteña provincia argentina existen más de una veintena de profesionales universitarios, mayoritariamente enfermeras universitarias y trabajando en sus comunidades indígenas. Muchos otros están muy cerca de ser ingenieros o profesores, y también los que optaron por carreras vinculadas a la producción en los institutos universitario o del nivel superior.
Emilio cuenta que actualmente da clases en la misma universidad de Formosa, cursando el último año de la licenciatura en Matemática, creada luego de que le dijera al gobernador del norteño estado, Gildo Insfran, que tenia pensado ir a otra provincia a seguir un escalón más de su carrera porque en Formosa no se dictaba este perfeccionamiento.
“Recuerdo que el gobernador me dijo que no me fuera, que se iba a encargar de acordar con nuestra universidad esta licenciatura, que luego se dio con el financiamiento de la provincia”. Insistió en subrayar que “la educación pública me permitió construir un proyecto de vida personal, familiar y servir de guía para muchos de mi comunidad que se animaron a derribar barreras de todo tipo”. Admite que su incursión universitaria no estuvo exenta de dificultades.
“Me costó un montón, pero cuando hay políticas publicas como la de Formosa, donde uno ingresando al jardín de infantes encuentra un respeto absoluto a la cultura aborigen con una educación en la modalidad intercultural bilingüe y con docentes de nuestra propia etnia en las aulas, todo se hace menos traumático para quien de chico no sabe hablar el español (dialogan de chico sólo la lengua materna que es el wichi)”.
“Esta educación pública que algunos desprecian hizo posible que muchos otros indígenas que antes estaban sometidos al olvido y a no tener derecho a nada, hoy seamos profesionales en las más diferentes ramas”, concluyó.