Corrientes: el intendente de Itatí usaba chicos de colegio para traficar

A un ritmo de 15 toneladas por semana, los narcos que ingresaban marihuana paraguaya a la ciudad correntina de Itatí no sólo contaban con protección policial, política y judicial. También tenían aceitadísimas sus bases que incluían a chicos del colegio del pueblo, nenes pobres a los que les pagaban unos pocos pesos por descargar los panes que cruzaban la frontera en lanchas cargadas con entre 600 y 1.000 ladrillos por viaje.

Así quedó explicitado este jueves en la resolución por la cual el juez federal de Capital Sergio Torres procesó al intendente de Itatí, Natividad “Roger” Terán, a su vice Fabio Aquino y a otras 26 personas, entre ellas cuatro policías de la provincia de Corrientes, un jefe de la Delegación Policía Federal, otro de Gendarmería y un restante de Prefectura.

“Trajiste todo lo maletero ya?” (sic) dice un mensaje de texto enviado por uno de los narcos que aún sigue prófugo en el expediente. Su interlocutor, otro narco apodado “Lechuga”, le contesta: “Los escuelero” (sic).

El SMS confirmó algo de lo que ya había hablado en el expediente uno de los arrepentidos que declaró bajo reserva de identidad. “’Cachito’ Bareiro (uno de los tres capos narco, procesado en la resolución) mandaba a los menores manejando vehículos cargados de droga para trasladarla desde Itatí a Corrientes Capital. Estos menores eran vecinos de ‘Cachito’, personas pobres”, dijo el testigo cuya declaración consta en el Legajo de Identidad Reservada N° 11.

A lo largo de las 642 carillas que tiene la resolución, el juez Torres abordó distintos aspectos del negocio del narcotráfico que había copado por completo Itatí. Esto también se ve reflejado en otros 21 expedientes abiertos en distintos juzgados y que involucran, entre otros, a la hija del intendente Terán (Mariela) y al hermano del viceintendente Aquino (Hernán).

En estas investigaciones, y sobre todo en la encarada por Torres, la composición de lugar describe a tres cabecillas narco de la zona: Carlos “Cachito” Bareiro, Federico “Morenita” Marín y Luis “Gordo”Saucedo.

De ellos tres sólo Bareiro está preso y de hecho, según Torres, “Cachito” manejaba su banda desde su celda de la Unidad N° 7 de Resistencia. Organizaba todo a través de sus subalternos que iban a visitarlo al penal o usando teléfonos celulares.

Marín, en cambio, está prófugo aunque su pareja fue detenida y procesada por Torres. Y algo similar ocurre con Saucedo, de quien no se tienen noticias pese a que en el expediente quedaron involucradas su pareja, su hermano y su primo.

Tan importante como los narcos propiamente dichos fueron los funcionarios de todas las posiciones y cargos que quedaron involucrados en el caso. Sobre el intendente Terán – que luego de ser detenido en marzo pasado se autodefinió entre lágrimas como “un perejil”- el juez evaluó que, lejos de estar al margen, él se encargaba de coordinar la obtención de la droga y de darles protección a los restantes integrantes de la banda.

Además, remarcó Torres, tendría “un vínculo cercano con autoridades de la Gobernación”. Para el juez, el viceintendente Fabio Aquino cumplía una función muy similar a la Terán y con los mismos contactos.

El cuadro de corrupción lo completaban los miembros de las fuerzas federales destinados en la zona, entre ellos policías a los que incluso se les secuestraron varios panes de marihuana en sus despachos y un prefecto que habría pedido un préstamo para comprar un cargamento.

En la resolución también fue procesado un abogado que operaba en la Justicia provincial a favor de los narcos, una de las patas de la investigación que queda por profundizar.

Para el juez, Terán y Aquino integraron una asociación ilícita para la venta de drogas que utilizó a niños para llevar a cabo el delito. En sus comunicaciones, se referían a la droga como “nenas”, “bogas”, “sábalos”, “pescados” y “carne”. Y para diferenciar su calidad, “dorado” o “surubí”.

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