El escrito empieza diciendo: "En vez de llevar al crecimiento, algunas políticas neoliberales han aumentado la desigualdad, a la vez que ponen en peligro la expansión duradera".
La declaración, insólita para el organismo que, más que ningún otro, es asociado en la imaginación popular con la expansión de políticas económicas ortodoxas o "neoliberales", corresponde a un artículo de Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri, todos ellos funcionarios del FMI.
Ostry es subdirector del Departamento de Investigaciones del organismo. Loungani es jefe de división y Furceri es economista en la misma dependencia.
Los tres pusieron su firma a un documento que dice en otro de sus pasajes: "Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han funcionado como se esperaba". Mencionan, entre otras cosas, que "los costos en términos de aumento de desigualdad son prominentes".
Las declaraciones de los tres funcionarios sorprenden por ser una aparente admisión de error por parte de expertos del FMI a las políticas que contra viento y marea buscó imponer la entidad a lo largo del mundo. Y que, según sus críticos, fueron adoptadas con un elevado costo social.
El FMI fue creado después de la Segunda Guerra Mundial para ofrecer a los países apoyo financiero temporal cuando sufrieran crisis de divisas.
Sin embargo, a lo largo de las décadas, y en particular en América Latina, el organismo se hizo especialmente conocido (y frecuentemente criticado) por los planes de ajuste que imponía a los países receptores de sus créditos.
En América Latina, eso tuvo su expresión máxima durante la crisis de la deuda de la década de 1980.
La mayoría de los países de la región no pudieron seguir honrando la elevada deuda externa que habían adquirido en años de bonanza. Por lo que uno tras otro tuvieron que solicitar préstamos de emergencia ante el FMI.