"Si no jugaba mi abuela se iba a enojar" dijo el volante, sólo compartió su doloroso secreto con un utilero, con quien acordó que le diera la remera si convertía un gol (como luego logró) contra Chile para así poder homenajerarla.
Las palabras de Ángel Di María ponen en contexto lo que representó para él el primer paso en la Copa América con la victoria por 2-1. Se enteró en la mañana del partido ante Chile del fallecimiento de su abuela. No dijo nada y sólo lo compartió con Mario De Stéfano, el utilero de la selección y quien lo ayudó a preparar la remera con la celebró su gol. "No le dije nada a nadie, porque tenía miedo de no jugar. Y la verdad es que, si no jugaba, mi abuela se iba a enojar. Me lo reservé para mí. Puse algo en Instagram para la gente que me sigue, pero después no dije más nada".
La tristeza se nota en sus ojos: no brillan, sólo destellan sus aros y un reloj que parece costoso. Se pone incómodo, se acomoda la remera y en esa acción se le alcanza a ver el tatuaje del pecho que dice "Nacer en la calle Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida". Allí su abuela lo crió y le enseñó todo. Se espesa el aire cuando dice: "Mi familia está pasando un momento difícil. Para mí, mi abuela era todo. Sabía que en algún momento iba a hacer un gol. Desde la mañana que me enteré que se fue, sentía que iba a tener una posibilidad. El orgullo de ella era que yo estuviese en la selección".