Una de las más altas instancias judiciales brasileñas rechazó ayer un habeas corpus preventivo y puso a Luiz Inácio Lula da Silva al borde de la cárcel.
La decisión, adoptada de manera unánime por los cinco miembros de la Quinta Sala del Superior Tribunal de Justicia (STJ), deja a los abogados de Lula una última opción para evitar un encarcelamiento impensado hasta hace poco: la presentación de otro recurso ante el Supremo Tribunal Federal (STF), la más alta instancia jurídica de Brasil. Si eso falla también, el ingreso del exmandatario a prisión dependerá solamente de la formalidad de que el Tribunal Regional Federal Nº 4, una cámara de Porto Alegre, cumpla con el llamado "embargo de declaración", una instancia explicativa de su fallo de enero que no alterará el mismo. Eso se concretará en apenas semanas.
El TRF4 agravó hasta 12 años y un mes la pena de prisión impuesta a Lula en primera instancia por supuestamente haber cobrado un soborno de la constructora OAS en forma de un tríplex de lujo en el balneario paulista de Guarujá.
El STJ, tribunal que falló ayer, es la más alta instancia penal de Brasil. El Supremo entiende en cuestiones de constitucionalidad.
El juez instructor de las causas de la operación "Lava Jato" en el STJ, Felix Fischer, fundamentó la postura unánime del tribunal al señalar que "no se vislumbra la existencia de ilegalidad en la determinación de que el acusado cumpla la pena tras el juzgamiento de los recursos (pendientes) en segunda instancia". El magistrado recordó que el Supremo ya ratificó la constitucionalidad de la llamada ley de "ficha limpia", que establece el cumplimiento de las condenas por corrupción después de un fallo de un "tribunal colegiado", esto es de segunda instancia. No bien el TRF4 dirima el "embargo", Lula quedará en condiciones de ser arrestado, un hecho que conmocionaría a Brasil.
"Toda la Justicia brasileña está generando una posición que destruye el discurso político del expresidente sobre una persecución política. Hay que destacar que la decisión del STJ fue unánime", le dijo a Ámbito Financiero el analista político y profesor de la Universidad Católica de Brasilia, Creomar de Souza. "Ahora la gran expectativa pasa por cómo va a reaccionar el Supremo", añadió.
La estrategia de la defensa del exmandatario y de su partido apunta a sumar presión al Supremo para que se aboque al tratamiento del tema, a pesar de que en el pasado ya se expidió a favor de la "ficha limpia". Dado que Lula no es un político más, el tema genera divisiones entre los jueces, evidentes incluso en declaraciones públicas.
El supremo Edson Fachin, instructor de la "Lava Jato" en el STF, reclamó hace poco que la cuestión sea formalmente incluida en el temario del tribunal, a lo que se opuso la titular del cuerpo, Cármen Lúcia, quien dijo que la cuestión ya fue dirimida en su momento.
Para sumar más tensión, se conoció ayer una nueva encuesta que ratifica el favoritismo de Lula para las presidenciales de octubre.
El sondeo de MDA, muy tradicional y encargado por la Confederación Nacional del Transporte (CNT), le adjudicó una intención de voto de hasta el 33% en primera vuelta y lo destacó como amplio favorito para un segundo turno. En segundo lugar quedó el ultraderechista Jair Bolsonaro, un candidato homofóbico, misógino y defensor de la tortura que incluso fortalece su posición en un escenario que excluya al expresidente.
El problema es que la posibilidad de ir a la cárcel lo aleja, desde ya, de esa eventual postulación. "Cada día se delinea más claramente un escenario en el que Lula tendrá muchas dificultades para sostener su candidatura", le explicó Creomar de Souza a este diario.
¿A qué apunta entonces el empecinamiento de Lula y del PT en sostener una candidatura que parece destinada al fracaso? Probablemente, a sostener su figura en actos políticos en todo Brasil el mayor tiempo que sea posible, de modo de, en última instancia, buscar transferir la mayor proporción posible de su caudal de votos a un postulante sustituto, que se montará a la épica de la lucha contra un golpe judicial.
Un intento difícil pero no imposible. Con poco es posible meterse en una segunda vuelta y los rivales de Lula encuentran grandes dificultades para mostrarse electoralmente significativos.
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