La Gobernadora de Buenos Aires cerró tres casino y llamó a licitar los tragamonedas, un avance histórico. En San Luis Alberto y Adolfo le bajan los impuestos a la empresa monopólica.
El gobierno de María Eugenia Vidal se dispone a desatar la misma guerra del juego que libraron Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires. Está planteada como una etapa superior de la reforma política que se propone Cambiemos en todo el país, y se basa en la hipótesis de que el juego es la caja negra de la política.
En ese diagnóstico coinciden factores de poder claves de este tiempo: la Iglesia de Jorge Bergoglio, Elisa Carrió y ahora Mauricio Macri, jefe de Cambiemos. Desde que esta coalición ganó el gobierno nacional y la Ciudad de Buenos Aires, la brigada que conduce Fabián Rodríguez Simón arrinconó a los barones del juego en la Capital, les desbarató los privilegios, les cobró impuestos y multas y achicó los plazos de concesiones, en donde se pudo.
A contrapelo de esas medidas el Gobierno de San Luis protege y ampara el juego en la provincia que posee una de la tasas más alta de tragamonedas por persona, una máquina cada 177 habitantes. No sólo eso, la firma monopólica Slots Machines goza de una merma de impuestos provinciales que le permite extender sus tentáculo a toda la geografía sanluiseña.