Tanto Navidad como Año Nuevo son fechas especiales que, a menudo, están acompañadas de ruidosos festejos, y esto trae graves consecuencias para los perros y gatos. A medida que pasan los años, los animales domésticos les temen cada vez más a los fuertes sonidos, que les producen una respuesta fóbica cada año más acentuada.
Lo cierto es que este problema afecta a todas las razas y sexos por igual, a cualquier edad, pero generalmente la menor tolerancia se empieza a notar con el paso de los años. Esto se debe a que el miedo va en incremento y, según el médico veterinario Ricardo Bruno, especialista en conducta animal, muchas veces los propietarios juegan un rol que complica aun más la situación: “En la mayoría de los casos, el factor externo que actúa sobre el animal estimulando conductas alteradas es el propietario del perro, ya que cuando el cachorro experimenta por primera vez la situación ruidosa de los festejos – y seguramente se atemoriza por lo desconocido de la situación, se inquieta y tal vez se esconde bajo una mesa-, el dueño se acerca a él, lo alza y hasta le da algo de comer para que no tenga miedo; lo acaricia para tranquilizarlo y quizás pasa toda la noche con el cachorro en su falda, iniciando, sin darse cuenta, una patología”, manifiesta.
Para hacerle frente a esta situación, año a año los dueños de perros se acercan a las veterinarias a comprar gotitas tranquilizantes. Sin embargo, el especialista asegura que no son adecuadas, ya que les producen malestar: “Son un psicotrópico que hace que el animal no pueda manejar su sistema muscular, con lo cual está consciente del entorno, pero no puede responder físicamente. Es una droga peligrosa que, en caso de que el animal presente previamente un problema cardíaco, puede llegar a ser muy riesgosa”.
¿Qué hacer entonces para evitar el sufrimiento, sin causar más problemas? Bruno recomienda un tratamiento basado en la utilización de dos técnicas de modificación del comportamiento, conocidas como desensibilización y contracondicionamiento, pero si a esta altura del año el animal no fue tratado, hay otras opciones para, al menos, mermar los efectos de la pirotecnia de Navidad y Año Nuevo y luego sí someter al animal a estas técnicas que lo ayudarán por el resto de su vida.
En este contexto, Belén Simonian, fundadora del Hogar de tránsito para animales Soplo de Vida, aconseja que los dueños se comporten normalmente, como si nada pasara. Es necesario tener en cuenta que ellos observan el lenguaje corporal de los humanos, por lo que es importante actuar con calma.“Cuando nuestro perro se asusta, lo mejor es usar un difusor de aromas con aceite de lavanda y camomila. Un estudio que apareció en 2005 en la revista Applied Animal Behavior Science encontró que el aroma ayudaba a los perros de los refugios a descansar y relajarse. Otra opción es comprar protectores para las orejas. También se puede convertir el sótano de la casa, que bloquea el sonido de forma natural, en un santuario temporal. En el caso de los gatos, lo ideal es dejarlos en una habitación donde puedan esconderse. Además de dejarles comida, agua, y juguetes, tiene que haber algún sonido activo como la radio o televisión. Si ya tiene un lugar, no hay que obligarlo a salir de allí porque podríamos salir lastimados”, detalla Simonian.
También hay otros trucos fáciles de implementar: fabricar y colocarles hisopos de algodón en los oídos para una disminución del ruido, permitirles que se escondan en el interior de un placard o una habitación de servicio son pequeñas ayudas que les transmitirán mucha seguridad y una gran sensación de resguardo.
Lo cierto es que los perros y gatos tienen una mayor sensibilidad auditiva, perciben el estruendo con más intensidad que el de un humano, y si a eso se le suma el hecho de que no entienden qué está sucediendo, el miedo y la confusión son lógicos y entendibles. Por eso, tomar las precauciones necesarias es indispensable, tanto si el festejo se realiza en el mismo hogar en el que está la mascota como, principalmente, si se quedará sola.
En síntesis, lo mejor es realizar tratamientos para lograr una mejoría significativa y que el animal pueda manejar la situación estresante sin demasiada ansiedad, pero si esto ya no es viable, asegurarles un sitio lo más aislado acústicamente, con música o la televisión encendida, agua y comida a mano y, por las dudas, un hueco despejado que les sirva de escondite (sacar los zapatos de la parte de debajo de un placard y dejarlo abierto es casi un clásico de estas fechas para las mascotas) son ayudas que el perro o gato agradecerán. Y, sin dudas, sumarse a la campaña del no uso de la pirotecnia y cambiar esa costumbre por, por ejemplo, una suelta de globos con buenos deseos tal como lo proponen algunos defensores de los animales, puede ser una excelente manera de hacerles las fiestas más llevaderas.