Cristina lleva al delirio su boicot a la investidura de Macri

La presidenta saliente se niega a celebrar la ceremonia de entrega del bastón de mando en la Casa Rosada.

El esperpento se ha hecho dueño de los últimos días de gobierno de Cristina Fernández. La presidenta no parece asimilar la victoria de Mauricio Macri ni entender que el poder no le pertenece más. Su despedida este y, de rebote, los actos de investidura del presidente electo, se han convertido en un escándalo de proporciones nacionales e internacionales. Testigo, o víctima colateral, de este espectáculo que ha provocado la modificación del programa oficial, es el Rey Juan Juan Carlos que, con el cuerpo diplomático y las cerca de 40 delegaciones extranjeras que están en camino, no ha conocido hasta última hora el «cronograma» (horario) definitivo.

En algo parecido a un ataque de furia, la viuda de Kirchner se niega a celebrar la emblemática ceremonia de entrega del bastón de mando y banda presidencial en la Casa Rosada. Cristina, como la conocen sus leales, trató de fundirla con la jura del cargo -que se celebra en el Congreso-, en contra del Reglamento, la tradición y la voluntad de Mauricio Macri. El presidente electo le recordó quien manda a partir de ese momento y exigió que se cumpliera lo que dispone el reglamento de Protocolo de Presidencia. Ella se remite a la Constitución, que no menciona el traspaso de los «atributos del poder». Sin acuerdo, el equipo de Macri tomó a contrarreloj las riendas y facilitó a las delegaciones, de dentro y fuera de Argentina, el nuevo programa. En éste se cita, después de la investidura en el Congreso, a la una y media de la tarde en la Casa Rosada para la entrega del bastón y la imposición de la banda.

El resumen, o la secuencia de hechos, se produce mientras Federico Pinedo, presidente provisional del Senado, trata de convencer, en un último intento, al Gobierno que expira para que Cristina Fernández no pase a la historia como la única presidenta de Argentina que no le entregó el bastón y la banda a su sucesor, un gesto que, sin duda, formará parte de los renglones torcidos de su polémica gestión. Lo que está ahora en discusión es si Cristina Fernández dará su brazo a torcer y acudirá a la Casa Rosada o dejará que el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, ocupe su lugar.

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