Jenny Fry tenía 15 años y sufría una rara enfermedad no muy conocida: hipersensibilidad electromagnética (EHS, por sus siglas en inglés). Su vida se había convertido en una pesadilla y tomó la decisión más drástica: suicidarse. Su cuerpo fue encontrado colgando de un árbol cerca de su casa en Chadlington, Oxfordshire, en el Reino Unido.
Según sus padres, su extraño padecimiento le provocaba una vida insoportable. El WiFi era su principal tortura. Argumentaron que Jenny tenía "alergia" a ese tipo de conexión a internet. Y los síntomas aumentaban cuando estaba en una zona con red inalámbrica. Fue por eso que en su hogar desconectaron los dispositivos que pudieran provocarle una aceleración en su EHS. Esta le provocaba interminables dolores de cabeza, problemas de vejiga y cansancio permanente.
Esta supuesta "reacción alérgica" era provocada por las ondas electromagnéticas según explicaron sus padres. Denunciaron que en el colegio de Jenny, el Chipping Norton School, no se tomó ninguna medida preventiva. Su madre declaró ante la Corte de Oxfordshire que su hija comenzó a padecer de EHS en noviembre de 2012. Desde entonces su vida se volvió una pesadilla.