El huracán Patricia, considerado el más grande de la historia y que anoche ingresó a tierra mexicana con vientos de hasta 350 km/h, se debilitó en forma notable durante las primeras horas del sábado y se degradó a tormenta tropical. Las autoridades, sin embargo, se mantienen en alerta ante la posibilidad de inundaciones y deslaves.
De acuerdo al reporte del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, los vientos máximos de Patricia se redujeron a cerca de 80 km/h y se espera que siga perdiendo fuerza a medida que se interne más en territorio mexicano, donde los daños han sido menores a lo esperado aunque el oeste norte del país es afectado por intensas lluvias.
La previsión es que el huracán se siga debilitando y se convierta en tormenta tropical en las próximas horas, mientras continúa su avance hacia el norte y noreste de México, para disiparse por la noche.
Los vientos huracanados de Patricia se extienden unos 35 kilómetros desde su centro, mientras que las ráfagas con fuerza de tormenta tropical alcazan a unos 465 km.
La expectativa es que Patricia siga produciendo intensas lluvias sobre los estados mexicanos de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoaca y Guerrero a lo largo del sábado, que podrían provocar inundaciones peligrosas y aludes.
Antes de tocar tierra ayer a las 18.15 hora local (las 20.15 de la Argentina) el huracán había registrado vientos sostenidos de 325 km/h, convirtiéndose en el mayor registrado en la historia, superando incluso al tifón Haiyan que devastó a Filipinas en noviembre de 2013, lo que había activado las alertas en México.
Las autoridades habían evacuado así a turistas y pobladores de las costas amenazadas antes de la llegada del huracán, anunciado como potencialmente "catastrófico".
En las grandes ciudades costeras ubicadas en la “zona cero” del huracán, como el puerto de Manzanillo, Colima, Puerto Vallarta y Jalisco, desde muy temprano comenzaron las “compras de pánico” en los supermercados, aunque en forma ordenada. Muchos turistas pasaron la noche en los pasillos de los hoteles en que se alojaban, lugares considerados seguros por las autoridades.
La gente buscaba abastecerse para varios días por temor a que el desastre los dejara sin productos de primera necesidad. En algunas viviendas y hoteles de las áreas turísticas, cuadrillas de trabajadores tapiaron puertas y ventanas con láminas de madera.