Al final el kirchnerismo aceptó que es necesario un billete de mayor denominación. Después de destinar recursos a la impresión de nuevos billetes de $ 100 homenajeando a Eva Perón, de $ 50 para recordar la gesta de Malvinas y de $ 5 para homenajar al general José de San Martín, parece que se viene finalmente el billete de $ 200.
El proyecto lo está impulsando -o al menos no lo bloqueó- nada menos que el diputado ultra kirchnerista Carlos Kunkel. Le dio luz verde a un proyecto del oficialismo, que se pone a tono con un reclamo de la oposición que ya lleva varios años.
Kunkel desligó de la inflación la idea de emitir billetes de mayor denominación: "Es porque con un billete de $ 200 se ahorrará en el costo de impresión y de circulación del dinero: Aemás, generará mayor comocidad para la gente", dijo, con la firmeza de quien parece haber descubierto la pólvora.
En el proyecto, que ingresaría a Diputados en las próximas horas, se propone que en el frente del billete figure el retrato del ex presidente radical Hipólito Yrigoyen y en el dorso una representación del Grito de Alcorta, la rebelión agraria de principios del siglo XX.
En los últimos años, la oposición presentó proyectos diversos que no prosperaron por el rechazo del oficialismo. Diputados y senadors anti K pusieron el foco en la inflación creciente para proponer billetes de mayor denominación. La senadora radical Laura Montero (vice electa en Mendoza), es la principal impulsora de la creación de billetes de 200, 500 y 1.000 pesos.
Hoy se calcula que el 65 por ciento de los billetes que circulan son de $ 100. El poder de compra del billete de máxima denominación de la Argentina es uno de los más bajos del mundo. Equivale apenas a 10 dólares al tipo de cambio oficial, o apenas 6 dólares al tipo de cambio paralelo.
Para mantener el poder de compra que tenía el billete de $ 100 al final de la convertibilidad, hoy sería necesario un billete de la menos $ 1.600 pesos. Todo, claro, consecuencia de la inflación.
Las entidades financieras y hasta el gremio de los trabajadores bancarios también habían reclamado billetes de mayor denominación. Una consecuencia de tener billetes de tan bajo valor es que el uso de los cajeros automáticos se hace más intensivo, obligando a más recargas.