Una bocanada de sonidos con aires tangueros se esparce en el auditorio. No viene mal decir bocanada si esta sala se llama Ballena Azul. Dentro de esa panza gigante, termina uno de los momentos musicales y el compositor (también director de la orquesta) Luis Bacalov intercambia unas palabras con los pianistas Martha Argerich y Eduardo Hubert. Luego, cada uno vuelve a sus pentagramas. Es el primer ensayo del concierto que darán esta noche, a las 21, con la Orquesta Sinfónica Nacional, en el Centro Cultural Kirchner.
"¿Está muy rápido?", pregunta Martha, que es la encargada de comenzar otra de las piezas de la obra. Bacalov gira la cabeza y asiente. Vuelve a empezar. Ahora sí, el arpegiado está en su punto justo porque dibuja una especie de milonga melancólica.
Después, el director repasa varias veces acentuaciones emparentadas con la música de Rovira hasta que la orquesta logra asimilarlas. Sin duda, aunque Bacalov no viva aquí, hay gestos en su música indiscutiblemente rioplatenses y es necesario incorporarlos a la masa sinfónica. Más adelante se escucharán pasajes con otras influencias, aunque hay que decir que el programa diseñado para esta noche tiene un perfil bien tanguero y específicamente piazzolleano, ya sea en los momentos donde la orquesta toca con los pianistas o en los dúos de piano y con conjunto de arcos. Los nombres de las obras dan las pistas necesarias. En la primera parte, más allá del Quinteto para piano y cuerdas Op. 44, de Schumann, se escucharán dos clásicos tangueros ("El día que me quieras" y "El choclo"); "Fauretango" y "Astoreando" (de Eduardo Hubert y Luis Bacalov, respectivamente), y "Oblivion" y "Tres minutos con la realidad", ambos de Piazzolla. En la segunda: "Il Postino", la pieza más famosa de Bacalov, y el estreno en la Argentina de "Porteña", que la Sinfónica Nacional le comisionó.
"En realidad, ésa fue una propuesta de Martha Argerich. Fue ella quien le sugirió a Bacalov la composición de una obra para dos pianos y orquesta", aclara Ciro Ciliberto, programador artístico de la Sinfónica Nacional, en el hall de acceso al imponente auditorio. "Y nosotros apoyamos esta idea porque surgió al mismo tiempo que estábamos pensando vincular a Martha Argerich con la orquesta de una manera que no fuera convencional. Es decir, que no fuera con obras de Shotakovich, Beethoven y Chaicovsky. Y ella comparte esta idea. Entonces, la apuesta hacia el compositor argentino conforma a todas las partes. La orquesta tiene ahora la necesidad de comisionar para que los compositores sientan un apoyo real. En cuanto a la obra, «Porteña» está dividida en una serie de números que recorren la nostalgia de lo que ha sido Buenos Aires y la ligazón que Bacalov tiene con la ciudad. Y hay formas o temas, que son como sus leitmotivs, desarrollados de una manera muy interesante." El estreno formaba parte de la visita de la pianista prevista para fines de mayo, que también contemplaba un festival de cinco días bautizado Semana Argerich. Pero rumores (que parecieron una campaña en contra) sobre el costo de la producción cinco veces superiores al monto que el Ministerio de Cultura de la Nación había presupuestado y el revuelo que eso provocó en redes sociales desalentaron a la pianista para concretar el proyecto. Afortunadamente, se pudo reprogramar el estreno en Buenos Aires.
Llega el intervalo del ensayo. Termina el programa de la orquesta, que estuvo ensayando desde la mañana, en su otra sede, el anexo del Teatro Cervantes. Es el momento de los dúos de piano y del conjunto. Durante el ensayo de "Porteña", uno de los pianos suena más brillante que el otro. Uno de los ingenieros que participaron en el diseño acústico de la Ballena Azul está en medio de la sala escuchando atentamente.
Esa especie de recreo que se toman los músicos sirve para cambiar los pianos de lugar, pero sin modificar la disposición, uno frente al otro. Hay que cuidar hasta el mínimo detalle. La expectativa por este concierto de música popular con la Sinfónica Nacional hizo que en pocas horas se agotaran las 1750 localidades gratuitas para ver la función en el auditorio -el martes se registraron 1.214.280 ingresos en el sitio web del C.C. Kirchner, con momentos de 14.603 visitas en simultáneo. Además, los organizadores dispusieron otras 800 entradas para que el público pudiera ver la actuación en La Cúpula y en la Sala Argentina, otros dos espacios del centro cultural, donde se instalarán pantallas. Como este concierto no tendrá repetición y la demanda es alta, también se dispondrán pantallas de alta definición y un sistema de sonido de buena calidad en el exterior del edificio.
Por ahora, ésta será la única actuación de Argerich en la Ballena Azul. Su estada en Buenos Aires continúa con conciertos en el Teatro Colón, a partir de la próxima semana. Dentro del Abono Estelar, el 26 ofrecerá con Daniel Barenboim la Sonata para dos pianos y percusión, de Bela Bartok. Y el 29 y el 30 se presentará como solista, junto a la Orquesta West-Eastern Divan, que dirige Barenboim. En esas funciones el repertorio incluirá, de Beethoven, el Concierto para piano N° 2 en Si bemol mayor y, de Piotr Chaikovsky, laSinfonía N° 4 en Fa menor, Op. 36.